sábado, 4 de agosto de 2007

“Demócratas” por conveniencia.

Fernando F. Sánchez C.
Politólogo.

Tomado de La Nación.

En otras oportunidades he señalado la peligrosa insistencia con la que algunos grupos, con el pretexto del TLC con EE. UU. y envalentonados por malos ejemplos del exterior, profieren impertinentes amenazas contra nuestras instituciones democráticas. Por desgracia, estas amenazas no merman, sino que, por el contrario, se hacen más y más frecuentes y altisonantes. “¿Hasta cuándo, agitadores, abusaréis de nuestra paciencia?”, preguntaría Cicerón.

Esta verborrea subversiva llegó al colmo con el nuevo pronunciamiento emitido hace poco por la tristemente famosa Comisión de Enlace antiTLC. Este grupo, de forma que solamente puede calificarse como irresponsable, lanza una diatriba que consta de principio a fin de ofensas, llamados a la subversión y frases incendiarias propias de las dictaduras más consumadas.

La violencia verbal es siempre el primer paso de las tiranías. Por eso llama la atención la terca ferocidad con la que estos extremistas acuden a ella, primero proclamándose los únicos “patriotas” verdaderos y, enseguida, arremetiendo con rabia contra todas las instituciones de nuestra democracia.

Inaudita soberbia. La Comisión de Enlace es la misma que en abril del 2005, desde el Teatro Melico Salazar, llamó a desconocer el resultado de las elecciones nacionales si ganaba Óscar Arias. Son los que, llenos de soberbia, se atribuyen la privilegiada capacidad de corregir al pueblo en una democracia. En febrero del 2006, proclamaban sin sonrojarse que el triunfo del PLN obedecía a un fraude cohonestado por el Tribunal Supremo de Elecciones. Más adelante, negaban la legitimidad de los diputados, tildaban de “mecánica” a la mayoría legislativa y de “vendidos” a los medios de prensa que no comulgaban con sus posturas y a las encuestas que no los favorecían. Después, celebraban las descalificaciones que sobre Costa Rica se han emitido desde La Habana, Caracas y Managua, y a cada instante amenazaban con “la democracia de la calle”.

Más tarde insistían en que se celebrase un referéndum sobre el TLC, pero, cuando se convocó, demostrando no solo cinismo sino también total desconocimiento de los trámites legales, calificaban de “fraudulento” el procedimiento seguido. Ya les hemos oído también la amenaza de boicotear el referéndum si la Asamblea no actúa conforme a su parecer, e incluso la de desconocer su resultado de ganar el “sí”.

Para estos individuos, la democracia solo es buena si les conviene. Todo lo que no se haga a su gusto es automáticamente fraudulento. Aquellos que no los complazcan, llámense magistrados, diputados, presidentes, candidatos, periodistas, encuestadores o electores, son “corruptos”, miembros de una “mafia” y, por tanto, indignos de todo respeto. Llevando al extremo la “democracia por conveniencia”, los únicos resultados que aceptan son los que los favorecen.

Estas afirmaciones se reiteraron en su nuevo manifiesto, pero con un punto adicional: ahora la Sala Constitucional también es corrupta y vendida a la “oligarquía”. ¿Por qué razón? Simplemente porque no les agradó que la mayoría de los magistrados no hallaran contradicción alguna entre la Carta Magna y el TLC. Para los autores de ese texto, Costa Rica está bajo una “dictadura” donde no hay independencia de poderes, y a la que “hay que derrotar” (¿o derrocar?). Es casi el mismo lenguaje que utiliza el diario cubano Granma. La Comisión de Enlace sigue jugando con fuego. Si esto no es sedición, que alguien nos explique qué es.

Amarrados al chantaje. En resumen, ya desconocieron a la Presidencia de la República, a la Asamblea Legislativa, al Poder Judicial, al Tribunal Supremo de Elecciones, a buena parte de la prensa y de las encuestadoras, y al electorado. ¿Hay, entonces, alguna institución que estos individuos sean capaces de aceptar sin chantajearnos con sus proclamas desorbitadas y su violencia “de la calle”? ¿Qué otra amenaza deben proferir contra la democracia para que, de una vez por todas, se les tome en serio?

Más allá de la posición que se tenga sobre el TLC, hay un valor mucho más grande que está en peligro: la estabilidad democrática del país. Desconocer a todos los poderes de la Constitución es desconocer nuestro sistema político como un todo, así de simple. Este tipo de manifiestos es inaceptable para cualquier demócrata convencido. No caben medias tintas ni mucho menos el silencio. Hemos oído suficiente y, como prevención, vimos ya el trayecto recorrido por otros países de la región, donde los movimientos antisistema socavan aceleradamente la institucionalidad democrática.

Costa Rica debe continuar por su senda, la del voto, la democracia, el respeto al Estado de derecho y la estabilidad política. Optar por la ruta antidemocrática de las revueltas, el chantaje y la sedición es totalmente inconcebible en Costa Rica. Somos la democracia más estable de América Latina porque somos un país de demócratas convencidos, no “por conveniencia”.

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