miércoles, 26 de diciembre de 2007

Sobre la ayuda social y sobre la ayuda economica

Orgullosamente el pasado 24 de diciembre día de navidad y de reflexión, los señores Claudio Mora Garcia y Esteban D. Siles se apoderaron de la sección de opinión del periódico La Nación. Los artículos de nuestros asociados tocaron el tema social desde distintos vértices, por un lado el señor Mora escribió de disminución del gasto de las familias mediante las bondades que vendrían de un hipotético cambio en el modelo de mercado, enfocándose desde una corriente Chicaguense; por su parte el señor Siles escribió sobre la acción directa que el Estado costarricense se ha tardado en darle a uno de los obstáculos mas importantes que tiene este país para alcanzar altos niveles de desarrollo: los cinturones de miseria, e hizo una mención a la ONG "Un techo para mi país" que contribuye a aliviar este mal, a su vez se dejo la espinita del manejo que se le da actualmente a los "bonos de la vivienda" que otorga el poder ejecutivo no siempre a los mas necesitados. Sin mas preámbulo:

Un nuevo mercado: de los consumidores

Claudio Mora Garcia
Estudiante de Economía, UCR

De igual forma que Martin Luther King tenía un sueño, yo también tengo uno: un nuevo modelo de comercio internacional. ¡Debemos escoger: beneficiar a los consumidores (un comercio más libre) o beneficiar a los productores (un comercio más restringido)!

La historia ha demostrado que las medidas aplicadas hasta ahora han estado enfocadas en darles mayores beneficios a los productores antes que a las personas. Si las medidas no estuvieran enfocadas a protegerlos, entonces no habría razón para otorgar subsidios a productores nacionales (como es el caso de EE. UU. y la UE), o mantener cuotas de importación (como ocurrirá en muchos productos agrícolas con el TLC), o imponer altos aranceles a las importaciones (como sucede en Costa Rica con los productos avícolas, algunos granos, los autos, etc.).

Enfoque. El nuevo modelo que propongo se enfoca en dar mayores beneficios a los individuos, para lo cual se deben tomar las siguientes medidas:

k1. Disminuir los aranceles a tasas próximas al nivel de libre mercado: darles libre entrada a las importaciones. Así, todos nosotros podremos escoger libremente cuál bien realmente es el que preferimos, y nuestra decisión no necesariamente estará forzada creando un sesgo de selección. La mayor disponibilidad de bienes a precios menores se convertiría en una mayor satisfacción de necesidades.

k2. Eliminar todo tipo de impuesto a la producción interna, incluso los subsidios y las cuotas a las importaciones, ya que distorsionan el sistema de información de precios del mercado y no le causan ningún bien al consumo. La única consecuencia de eliminar estas trabas sería un aumento en el bienestar. Además, la eliminación de impuestos, subsidios y cuotas le permitirá al individuo, primero, adquirir bienes y servicios a un precio real y no a uno que le mienta, y, segundo, que su decisión no esté sesgada por alguna institución en favor o en contra de algún bien en especial.

k3. Fomentar una mayor competencia en el mercado: evadir todo tipo de asociación o gremio de productores que intenten organizarse. Esto elimina el poder del mercado concentrado en unas pocas manos: se estimula la competencia y los precios disminuyen. Además, nos evitamos la posibilidad de que empresas sumamente grandes, como la Florida Co., sean fijadoras de precios y puedan generar beneficios sumamente altos en detrimento de todos los que consumimos cerveza… perdón, agua Cristal y Tropical.

k4. ¡E imponer restricciones a las exportaciones! El aumento en las importaciones y el aumento en la oferta interna generaría precisamente reducciones en los precios: el costo de comprar bienes también se reduce. ¡Y todo resulta más barato!

Limitaciones. Por supuesto que esta utopía de tener tal cosa como un nuevo mercado, enfocado en los consumidores antes que en los productores, será muy difícil de implementar por diversas razones. Una de ellas es precisamente la limitada fuerza de negociación que poseemos el grupo de los consumidores vs el diminuto grupo de productores que lucha enérgicamente por defender sus intereses.

Pero, aun así, ¿a quién no le gustaría poder comprar alimentos a precios menores que los actuales! Es muy obvio: los productores dificultan la única cosa que tanto nos beneficia a nosotros y que tanto les perjudica a ellos: la competencia.

Debemos tener cuidado, no recomiendo implementar las ideas anteriores, ya que no son del todo buenas para una economía. Claramente esto es un sueño. No quiero sonar extremista, pero, si no comparamos el negro con el blanco, nunca hubiéramos descubierto el gris. Yo lo que he querido hacer aquí es incorporar los colores a la discusión.

Un techo para mi país


Esteban D. Siles
Estudiante de Ciencias Políticas, UCR

Cada 4 años se celebra el Día del Pobre, el nuevo mandatario les promete un mejor futuro con empleo, educación, salud y vivienda digna; sin embargo, el 9 de mayo, todos los infortunados vuelven a ser un número bajo una línea de pobreza. La época navideña sirve para que los pobres tengan su sueño y la televisión transmita el sufrimiento ajeno. Ahí ellos son las estrellas, pero la mayoría de los que no viven esta experiencia en carne propia se mantienen expectantes e indiferentes.

Hace poco 200 jóvenes, voluntariamente, tuvimos oportunidad de hacer lo que los bonos de la vivienda no han conseguido: construir una vivienda digna para muchas familias que habitan entre la tierra y las latas oxidadas que les sirven como “casa”. El proyecto de Un Techo Para Mi País (UTPMP) impulsado desde Chile es altruismo legítimo; solo se construye una casa pero, a la vez, nosotros los jóvenes deseosos de preparar un mundo menos desigual, vemos el problema de frente y con sus dimensiones reales. Por un lado estamos dando una mano al Gobierno, que se entorpeció en la labor humanitaria directa sobre las familias en pobreza extrema; por otro, estamos haciendo posible una realización personal que tenemos todos los jóvenes en cuanto a mejorar la calidad de vida de la mayor cantidad de gente posible.Construir 5 casas en un precario donde viven hacinadas 100 familias es solo un cambio minúsculo para un gran problema, pero para una de esas familias si es un empujón enorme: ¡Una preocupación menos!

Paradojas. Las cifras oficiales dicen que hay entre 15% y 20 % de la población bajo la línea de pobreza ( Estado de la nación , 2007). Solo bastan 5 familias para razonar sobre lo que sufren los otros 68.000 hogares en dicha condición y ver que la gente no es pobre por que quiere o por vagancia, sino porque el día a día limita en muchos aspectos a todas estas personas. Otro dato que resulta paradójico es que Curridabat –donde construimos esas 5 de las 24 casas– es el tercer cantón en desarrollo humano y líder en urbanismo, inversión y profesionales graduados (IDH, 2005); sin embargo, la realidad que vimos es otra: Miravalles, Valle del Sol y otras comunidades de Tirrases viven sumidas en la pobreza y al amparo de las organizaciones de bien social, sin que los más pequeños puedan aspirar a salud, educación y el sueño de un mejor mañana. Fue suficiente preguntar a un niño: ¿Qué quiere ser cuando sea grande? y no recibir respuesta, para entender la visión de mundo que están heredando las nuevas generaciones en zonas como estas.

Los bonos de la vivienda muchas veces se han convertido en una de las tantas piezas de clientelismo electoral del engranaje político nacional; es vergonzoso tener que reconocerlo ante extranjeros.No es posible acabar con el problema de un día para otro mediante un decreto o ley, pero tampoco es justificable que los recursos destinados a erradicar tugurios y mejorar la calidad de vida de los más desfavorecidos terminen gastados en trámites burocráticos o, en el peor de los casos, en las bolsas de un inescrupuloso. Tal vez apoyando iniciativas como las de UTPMP, que son de acción directa y voluntaria, se esté dando un paso grande en el combate a la pobreza que este país tiene pendiente. Que los recursos vayan a personas con la voluntad de ayudar de corazón porque, si por la víspera se saca el día, con la voluntad política nos quedaremos esperándola muchas décadas más.



EyP

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