jueves, 7 de junio de 2007

Una vez más, democracia

Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR
Publicado en La Nación.

Muchos se preguntarán qué hace un estudiante de economía hablando de algo tan complejo como la democracia, bueno… es que matriculé un curso de ciencias políticas que se llama Sistemas Políticos Comparados, y me ha dado varias reflexiones que considero importantes. Las ideas las he obtenido de un libro de lecturas sobre diversos escritores de la ciencia, que es requisito de la clase tener. Entre ellas se encuentran varias sobre la definición de democracia y sus objetivos.
Para aclarar mi tema en este artículo primero quiero tocar ciertos puntos.
Uno de los autores que aparece en la antología es Vladimiro Naranjo (espero que a los politólogos les suene un poquito porque a los economistas no tanto), y establece varias pautas para la “existencia de una democracia”. Me parece importantísimo remarcar en estos tiempos una de ellas: “que se base en el principio de la soberanía popular”.
Soberanía popular referente al poder en manos del pueblo. Somos nosotros los que decidimos el camino a seguir. Aunque aquí se presenta un problema ya que el pueblo de Costa Rica lo conformamos más de dos millones de personas (que serían las mujeres y hombres mayores de 18 años). Por ello sería un poco difícil que manejáramos todas las decisiones políticas. ¡Si 57 no se ponen de acuerdo, imagínese usted poner de acuerdo a dos millones de personas! Entonces lo que hacemos es escoger representantes, como los diputados y el presidente, usando un método de elección individual: el voto.
Por otro lado, Robert Dahl (también dentro de la antología) establece varios límites para la evaluación del funcionamiento y aplicación de una democracia. Conforme la aplicación se acerque a estos límites, la democracia será “mejor”. Uno a evaluar es que la alternativa con mayor número de votos se proclama elección ganadora.
Resumiendo, los representantes, como los diputados, son representantes de la mayoría y su medida será la representación de la mayoría. La decisión que se proclame como ganadora será la decisión con mayor número de votos.
De esta forma, los representantes elegidos son los preferidos por la mayoría del pueblo, de una forma que se debe considerar correcta. En ellos queda plasmada la decisión de la mayoría: las decisiones adoptadas por ellos deberán ser lo más congruente posibles a las adoptadas por sus electores.

Entonces, si en la Asamblea Legislativa se intenta usar las “herramientas institucionales” que permite el reglamento legislativo con el fin de boicotear las decisiones de los representantes de la mayoría respecto a algún proyecto de ley, se estarían incumpliendo dos principios básicos de la democracia. Primero se ignoraría la decisión de la mayoría respecto a estos temas porque se obstaculiza la votación con el fin de hacerla cada vez más lejana, lo cual lleva a que la decisión ganadora no sea la de la mayoría sino la escogida por los que más gritaron.
Segundo, si quisieran respetar la decisión del pueblo, al llegar al periodo de votación y estar tan seguros de que el fallo será a favor de ellos, ¿cuál es el miedo a posponer la votación? Así, al menos, podremos seguir avanzando en demás proyectos sumamente importantes.
No por esto digo que todos los proyectos deben ser inmediatamente votados. Estos proyectos ¡deben de ser discutidos!, y todas las herramientas que permite el reglamento deben de ser usadas. Pero siempre y cuando no sea con el fin de paralizar la votación, que es cuando se demuestran la decisión que adoptará la mayoría: los que tienen el poder… deberían tenerlo.
La manera correcta de oponerse a un proyecto de ley no es atrasando su elección, sino apresurando su votación; donde se demostrará que la ley es mayoritariamente desventajosa o menos preferida (en el caso de que la votación fuera en contra de la ley). Por lo que el atraso de éste, y los demás, proyecto de ley se puede omitir con el fin de adelantar la votación de otros. Se estaría demostrando que la paralización de la agenda no es necesaria porque es mayormente preferido no aprobar ese paquete de leyes.
Si resultara que la opción es elegida, entonces se demuestra que la mayoría prefería esa opción y, por lo tanto, resultaría perjudicial para la colectividad toda la tediosa prórroga en que se pudo haber incurrido en caso de que una minoría se opusiera al plan.

1 comentario:

luisd dijo...

Al haber leido este artículo, y al ser estudiante de ciencias políticas, quiero comentar e
incorporar al debate los términos de democracia formal y democracia real.La primera distinción establece por ejemplo, que la alternativa con mayor votos sea la elegida ya es democracia, la segunda además de lo meramente formal va más allá y dice que no basta con q se cumplan condiciones formales sino q en la práctica cotidiana los valores democráticos deben de estar presentes en todos los detalles.
Entonces partiendo de lo anterior, el artículo es crítico con la actuación del PAC queriendo decir q atenta contra la soberanía popular, pero le falta conscientizar sobre el proceso de referendo en sí, ya que para justificar su crítica da por un hecho q con q la mayoría alla elegido una opción ya se puede hablar de una "mejor" democracia, de sobranía popular, lo cual es falso.
Considero importante analizar el proceso de referendo de una manera crítica para no quedarse en el análisis del mismo en un ámbito meramente formal sino analizarlo realmente, ¿fue el referendo democrático?, ¿hubo manipulación mediática?, ¿se tuvo acceso igualitario a los medio de comunicacion?, ¿hubo injerencia extranjera influenciando a los votantes?, ¿Acaso hubo una campaña del miedo?, ¿Es acaso el famoso memorandum parte de una "mejor" democracia?, ¿Es el miedo parte de la soberanía popular?, entre otros.
Entonces, no hago un llamado a desconocer el referendo, simplemente analizarlo de una manera crítica antes de ponerlo como estandarte de la soberanía popular para atacar a X o Y partido político, lo cual nos da un panorama real y no formal del estado de nuestra democracia.