jueves, 31 de mayo de 2007

Economía, bienestar y religión

Thelmo Vargas
Economista
Tomado de La Nación


La Iglesia, en particular la católica, en la que centraré mi atención en este escrito, siempre ha tenido que ver con temas controversiales. Los de hoy palidecen al comparárseles con los de otros tiempos. ¿Es el Dios del Antiguo Testamento (que acentuó la “justicia”) el mismo que el del Nuevo (que favorece “el amor”)? ¿Es Jesucristo igual o inferior a Dios Padre? ¿Es María madre de Jesús mas no de Dios? Las respuestas a estos interrogantes las encuentra el católico en El credo, que se adoptó luego de interesantísimos debates.
Otros asuntos. Hoy las discusiones se refieren a asuntos menos profundos: ¿es compatible el TLC con la salvación eterna? Respuesta: sí. ¿Tiene la especie humana igual rango que los árboles, las piedras o los mosquitos en la Creación? Respuesta: no. Utilizaré dos noticias de La Nación del 10 de mayo para ilustrar los últimos puntos. ¿Debe la Iglesia recomendar el uso del condón? Creo que no, porque ello equivaldría a “relativizar” valores supremos por los que ha abogado toda la vida y, si permita una flexibilización en esto, podría acabar reformando (“modernizando”) los Diez Mandamientos cada 10 años. Para la Iglesia la mejor lucha contra el sida y los embarazos no deseados consiste en observar los principios que sobre la vida sexual promueve.
En una entrevista en la sección Aldea Global Stephan Harding, director de posgrado en ciencia “holística”, afirma que “No estamos [el hombre y la mujer] para controlar la naturaleza, sino para participar de ella”. Harding también dice que el alma del mundo está en todas las cosas—las piedras, las nubes, los volcanes...y la especie humana. Esta visión, ecologista extrema, que entre otras sentencia que “no podemos tumbar un solo árbol más”, difiere de la visión judeo-cristiana que recoge el libro del Génesis.
Según esta, en la Creación Dios hizo la luz y al ver que era buena la separó de la oscuridad. Creó la tierra y el mar y vio que todo estaba bien. A la tierra le instruyó a producir toda clase de plantas, hierbas que dan semilla y árboles que dan fruto; también hizo el sol y la luna. Eso estaba bien. Creó el Señor toda clase de animales y monstruos del mar y vio que estaba bien. El sexto día creó al hombre y la mujer y vio que eso estabamuy bien. A la especie humana le dio dominio sobre toda la Creación (Gn 1: 26-31). El sétimo día descansó.
Ciertamente, Dios no le pidió a la especie humana que destruyera el medio, pero lo puso a su disposición y a ella le corresponde optimizar el valor presente de sus beneficios futuros. Si para este fin, de “desarrollo sostenible”, debe tumbar (y replantar) unos árboles, puede hacerlo. Paso a otro tema.
/LA NACIÓN
Error de monseñor Trejos. En un artículo en la sección Foro, Amparo Pacheco, viceministra de Comercio Exterior, refuta a monseñor Ignacio Trejos por haber interpretado mal una disposición del TLC. Aquí tiene razón la Viceministra: el TLC de Centroamérica con EE. UU. no antepone el comercio a la protección de la salud o la vida humana, animal y vegetal, como dice Monseñor. Al contrario. Lo que el texto del TLC dice es que si un país firmante del tratado estima que requiere tomar medidas para asegurar que determinados productos o procesos productivos no atenten contra la salud o la vida humana, animal y vegetal, puede hacerlo, siempre y cuando las medidas se apliquen por igual para la producción interna que para la externa. Lo que el tratado impide es que ellas se utilicen solo como excusa para discriminar en materia comercial. Lo que es bueno para el ganso también debe serlo para la gansa.
En estos días, la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano, que tendrá lugar en Aparecida, Brasil, y que cuenta con la muy honrosa presencia del papa Benedicto XVI, estará deliberando sobre una amplia gama de temas, muchos de los cuales son de naturaleza técnica. Ellos van desde el uso del condón, el permitir el aborto, hasta si el modelo económico “neoliberal” debe ser objeto de censura.
Aquí conviene recordar lo que en relación con esto afirmó Juan Pablo II en la encíclicaSollicitudo rei socialis, n. 41.1987: “La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo (... ) No propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos u otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella [la Iglesia] goce del espacio necesario para ejercer su ministerio”. Amén.

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