miércoles, 31 de octubre de 2007

Óptimo VRS Máximo.

Lo siguiente es un correo enviado a mi profesor de histora:



Supongamos que se tiene una función del tipo f(x)=-x^2+2*x .

En un intervalo [a,b] donde b<1, la función tendrá un máximo, que sería cuando evaluamos f en b: f(b).

Por supuesto que éste no sería el óptimo de la función, sino tan solo el máximo para un intervalo dado. El óptimo se alcanza cuando df/dx = 0, es decir, cuando se estudia el comportamiento de la función sobre todo el intervalo de valores posibles para x, o bien, cuando se estudia la función en el intervalo indicado.

Lo que intento decir con éste razonamiento un poco simple y burdo es que para poder considerar la diferencia entre un óptimo y un máximo primero se debe tomar en cuenta el intervalo sobre el que se está hablando: la función anterior presenta un máximo y un óptimo, pero para poder hallar el óptimo se debe considerar no solo el intervalo [a,b], sino que también el intervalo sobre R.

Definiremos aquí óptimo como el máximo de todos los máximos en todo el intervalo de estudio. En cambio máximo es tan solo el mayor valor que puede tomar una función en un intervalo dado.

Por tanto, es muy probable que les esté dando la razón a los austriacos. Aunque no soy experto en el tema y de antemano advierto que solo me estoy basando en la breve descripción que usted dio en la última clase, creo que el óptimo, al igual que lo hacían los austriacos, debe ser considerado con una óptica de preferencias cambiantes en el tiempo. Me explico:

Yo hoy puedo encontrar el máximo de mis preferencias: puedo escoger una combinación de consumo de bienes y servicios en la que gasto parte o todo mi ingreso, que hacen mi satisfacción máxima mi satisfacción. Aquí las palabras “yo” y “mí” sobran.

En cambio, para poder hacer óptima la elección de la canasta de bienes debo ampliar mi rango de escogencia en el tiempo. No solamente debo tomar en cuenta el presente, sino que también las repercusiones que esta escogencia tenga. Porque puede suceder que hoy la elección que yo considere congruente con una maximización de mi beneficio no sea idéntica a la que yo en un futuro. Por ejemplo, en la función anterior para encontrar el óptimo no solo se debe derivar sobre el intervalo [a,b], sino que se debe hacer sobre el intervalo en todo el espacio real, es decir, tomar en cuenta todo el tiempo.

En el caso del drogadicto que se estaba utilizando de ejemplo en la clase, sigo pensando que el objetivo del tipo es drogarse. Ahora, cuando él se droga está volviendo máximo su satisfacción en ese intervalo de tiempo. Pero cuando analiza las disyuntivas entre permanecer en las drogas o buscar una vía alternativa como la rehabilitación, son las preferencias las que dictarían cuál sería realmente la elección óptima, pues tomaría en cuenta todo el espacio temporal.

Si mantiene su pensamiento de que drogarse es lo mejor que puede hacer, entonces su óptimo se logra mediante un consumo de drogas. Podría ser que menor o mayor que el actual, pero esto dependería de variables como preferencias y presupuesto, ambos en el tiempo. En cambio, si decide salirse de las drogas, podría consumir hoy maximizando su satisfacción presente, pero tendría que dejarlas en el futuro para poder optimizar su satisfacción. En este último caso, la elección actual de drogarse no es congruente con una optimización a futuro y sus hábitos de consumo deberán cambiar en el tiempo.

Se afirmó en clase que se debían incluir dentro del análisis del óptimo las repercusiones que tengas las decisiones sobre las demás personas, es decir, variables sociales. No creo que haya que incluirlas.

Las repercusiones deben tomarse en cuenta, pero sobre las decisiones que tomen las demás personas, no sobre las elecciones del drogadicto. Pues esto debería ser visto como una externalidad negativa que afecta a otras personas. Se debe, entonces, buscar que el drogadicto incorpore dentro de sus costos personales el daño social que está haciendo. Y, al respecto, la economía del bienestar ha estado buscando la respuesta para lograrlo de la “mejor” (¿óptima o máxima?) manera posible.

Todavía quedarían algunas cuestiones por plantearse. Por ejemplo, he supuesto aquí que el consumo se hace respecto al tiempo. Aunque no tiene nada de sorprendente (de hecho las teorías de elección intertemporal toman en cuenta estas cuestiones y permiten analizar cómo el consumidor selecciona su cesta de bienes a lo largo del tiempo a la vez que decide cuánto desea consumir hoy y cuánto mañana), se debe tener cuidado pues esto contradice nuestra teoría: realmente las preferencias del consumidor podrían variar en el tiempo. Lo que es mejor en el presente para el drogadicto, puede no serlo en el futuro, sus preferencias pueden llevarlo a otra senda de consumo. Podría ser que las preferencias en el presente le dicten que debe aumentar el consumo de drogas; pero una vez que ve todo el ámbito temporal se podría dar cuenta que, en vez de estar consumiendo cada vez más drogas, debería estar consumiendo menos y buscar rehabilitación.

Se debe tener cierta precaución, pues nosotros no intentamos decir que una persona puede o no estar maximizando u optimizando su bienestar. Las personas, todas, siempre maximizan y siempre optimizan; ahora, que a nosotros no nos guste como lo hacen, esos son “otros cien pesos”. Las personas siempre escogen lo que es mejor para ellos individualmente, si internalizan o no los beneficios o perjuicios sociales que causen al cambiar su consumo dadas unas elecciones estos son, también, “otros cien pesos”.

Un problema adicionales es que el estado de conducta del individuo cuando toma la decisión de cuál disyuntiva es mejor (si mantenerse en las drogas u optar por la rehabilitación) repercute en su elección óptima. Es decir, el estado en que la decisión ha sido tomada no se debe considerar como constante, ni tampoco como que siempre será la misma en todo el intervalo de tiempo.

En cambio, también se podría decir que la decisión óptima no es cuestión de un día: se construye y cambia dependiendo de las experiencias de las personas; es más, hemos venido afirmando eso todo este tiempo atrás: la elección óptima debe involucrar una disyuntiva de consumo intertemporal que maximice la función de utilidad tomando en cuenta todo el intervalo de tiempo.

La pregunta sería, entonces, ¿existe un solo óptimo o existen varias posibilidades de óptimos, dada la conducta cambiante del individuo? Sin importar el estado en que la decisión sea tomada ¿siempre se llegará a una misma elección de consumo y, por tanto, a un solo óptimo? O bien, ¿se pueden dar varias posibilidades de óptimos? Es decir, ¿La forma funcional f(x) cambia en el tiempo, o es siempre la misma?

Si es así, entonces se deberá escoger entre los óptimos de todos los óptimos. Y, con suerte, el análisis debería quedar aquí.

No me voy a extender en este momento más sobre el tema. Primero quiero disculparme, más bien, por haber sido tan extenso y espero que haya sido lo suficientemente claro como para expresar de la mejor manera todas las ideas.


Muchas gracias,

Claudio A. Mora García




EyP

miércoles, 17 de octubre de 2007

La gallina de los huevos de ah-oro.

Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR
Escritor asociado de EyP.

Es difícil convencer a las personas de lo beneficioso que resulta el comercio, y no solo el internacional sino el intraregional. Pero aún más difícil es logar que vean las múltiples ventajas que involucra el ahorro.

En Costa Rica se ha privilegiado el consumo presente, antes que la acumulación de fondos para un futuro uso. Probablemente a la facilidad que tenemos los costarricenses para obtener servicios como educación, salud y pensiones, comparado con otros países. Privilegiamos vivir “hasta el cuello de deudas”, esperando que la cuesta de enero este año no sea tan empinada.

Pero lo que no nos hemos estado dando cuenta es que al no mantener un alto nivel de ahorro hemos estado “matando a la gallina de los huevos de oro”, ya que casi nadie conoce el verdadero beneficio de ahorrar. Y el beneficio no es solamente que el banco nos pague unos intereses por “tener metida una platilla”. Sino que va más allá, e inclusive hasta más lejos de nuestras mismas fronteras: adquiere una índole macroeconómica basada en las desiciones de cada familia acerca de cuánto ahorrar.

Las tasas de ahorro para Costa Rica son paupérrimas. Inclusive, nuestras tasas de ahorro han sido unas de las más bajas para Centroamérica. Según cifras del Banco Central (BCCR), para 1999 la tasa de ahorro respecto al PIB fue de 6.3%. Comparado con China, que para el 2004 tiene una tasa del 42.3%, Timor-Leste de 86.6%, India 23% ¡Y nosotros del 13.7% en el 2007!, el valor más alto desde 1977.

Aún así, las políticas que ha venido utilizando el BCCR no han sido las óptimas para privilegiar un ahorro nacional: bajas tasas de interés, sumado a una disminución en la tasa de interés de USA, no son una buena señal para los consumidores que cada vez resultan más tentados por el mercado crediticio nacional, el encargado de cargar el rifle para matar a la gallina.

Inclusive, ni el mismo gobierno ha incluido la palabra “ahorro” dentro de su “Plan Nacional de Desarrollo”. No entiendo cómo pretendemos desarrollarnos si no existe en Costa Rica una oferta de ahorro que incentive las inversiones, y menos aún si el Estado no pretende utilizar mecanismos para generar un mayor ahorro dadas las actuales tasas de interés.

Se podría caer en la tentación de argumentar que un alto nivel de ahorro perjudica al crecimiento de la economía. Aunque más bien lo que se estaría haciendo es demostrar la corta visión que poseen.

La crisis crediticia que ha estado sufriendo Estados Unidos se debe, precisamente, a unas elevadas tasas de consumo presente y endeudamiento de los hogares ante la barata y atractiva posibilidad de haber adquirido una casa propia. Es el elevado consumo lo que está atentando contra el crecimiento y estabilidad de la economía norteamericana. La cual tiene la costumbre de que cuando cae, se lleva consigo todo lo que tenga a la par.

Por otro lado, se podría también argumentar que nuestro ahorro “no sirve para nada”, pues toda la plata que ocupen las inversiones bien puede provenir del extranjero. Aunque, realmente, existen demostraciones aun más fuertes para desmentir este hecho. Por un lado el uso de fondos extranjeros y, en especial, la IED (inversión extranjera directa) pueden ser causa también de una crisis. Además, el uso de fondos ajenos a nuestra jurisdicción nos deja en una pérdida completa del poder soberano sobre la toma de desiciones sobre estos fondos. Inclusive, nos puede llevar a algo similar al problema acumulativo que sufrimos durante la década de los ochentas y antes; cuando la oposición ante nuestro principal prestamista extranjero (el FMI), sumado a otra serie de cuestiones, desembocaron en una crisis crediticia. La cual, posteriormente, fue mitigada por un acogimiento de políticas de reestructuración necesarias para la reactivación del flujo de dinero proveniente del exterior.

Me encantaría que nuestro nuevo ministro de planificación, don Roberto Gallardo, tome en cuenta dentro de su mandato estas humildes aportaciones para que así realmente podamos llegar a desarrollarnos económicamente.

EyP

lunes, 15 de octubre de 2007

¿Cómo realizar una inversión deportiva?

Claudio A. Mora García.
Estudiante de Economía, UCR.
Escritor asociado de EyP

Probablemente es la pregunta que se hacen a diario las personas de negocios más humildes y más importantes. ¿Deberé invertir en la bolsa de Nueva York, o en la de Londres?, ¿deberé matricular a mis hijos en un colegio público o en uno privado?, ¿cuál carro es mejor, un Nissan o un Toyota?, ¿el gobierno debe invertir en atletas con o sin discapacidad?

La respuesta a estas interrogantes es demasiado obvia, y ya todos la conocemos: se debe invertir donde obtengamos los mejores rendimientos y con el menor riesgo posible. No es solamente ganar, ganar y ganar, sino que también el factor “ganar” puede estar acompañado de un continuo perder, perder y perder: se debe tomar en cuenta la variabilidad respecto al nivel esperado de ganancia de un activo.

Por supuesto, todo activo deberá emitir señales para darnos a conocer qué tan variable y qué tan rentable es. Si un activo resultase ser completamente invariable y con un rendimiento sumamente alto, entonces ni yo estaría escribiendo esto ahora para poder ir a comprarlo.

Pero, al parecer la definición anterior no es tan “obvia” como creía. Puesto que ni el mismísimo gobierno, ni las asociaciones de fomento deportivo, ni otras asociaciones parecidas logran entenderla. Ellos deben seleccionar entre dos activos.

En el primero, se muestran inflexibles ante la idea de seguir invirtiendo en activos que muestran una rentabilidad donde lo único seguro es la ganancia mínima. No estoy hablando aquí de bonos o compra de acciones, sino ¡financiamiento de atletas nacionales! Estoy hablando sobre las ganancias que obtiene el país, si hay algunas, cada vez que la “magnífica” selección nacional de fútbol nos representa en el exterior ya sea en el Mundial o en la Copa de Oro, o cuando se envía una serie de atletas a los juegos Panamericanos.

Ellos se han esforzado en demostrar consecutivamente que el rendimiento de hacer inversiones en su “activo deportivo” es completamente nulo; y muchas veces la variabilidad es un tanto alta. Es evidente que el rendimiento de los atletas nacionales deberá venir valorado por la cantidad de medallas por jugador que hayan ganado; en vez de valorarse por la cantidad de dinero que dejó a la empresa privada el haber enviado a una selección: este otro tipo de rendimiento no es visto por el resto del mundo con una óptica deportiva, y a la sociedad tampoco le deja gran cosa.

En cambio existen atletas mucho más distinguidos, realmente distinguidos y con un espíritu de competencia como el de ninguno. Atletas que se han sabido luchar por destacarse aun teniendo alguna dificultad y que todo este tiempo atrás se les ha mantenido al margen. Atletas que realmente poseen un espíritu de lucha y superación, y nos hacen recordar todo lo que podemos lograr con tan solo disponernos a hacerlo.

Ahora han podido demostrar que la rentabilidad de invertir en ellos es mucho mayor, que es un activo completamente seguro y prácticamente libre de riesgo: puesto que cuando ganan, lo hacen parejo; a diferencia del primer activo. Poseen todas las características que un inversionista deseara en un activo.

A pesar de ello, hasta ahora no han recibido un apoyo real y tangible. No solamente ayuda económica para viajar hasta el lugar de competencia, sino olvidados en cuanto a instalaciones, fomento deportivo, uso de imagen, etc. Es tiempo para las asociaciones que invirtieron en esta delegación que nos representó en China, recoger sus frutos. Se obtuvo una medalla por cada atleta que asistió, muchas de ellas resultan ser de oro, inclusive sobraron siete para repartir.

¡Gracias a ellos puedo levantarme nuevamente orgulloso del deporte costarricense!

EyP

domingo, 14 de octubre de 2007

Newton, Darwin y… Leibniz.

Claudio A. Mora García.
Estudiante de economía, UCR.
Publicado en La Prensa Libre y en La Nación.
Escritor asociado de EyP

Desde 1687 se han podido descubrir tres leyes generales por las que, a mi parecer, se rige el mundo. Podrá resultar sorprendente las afirmaciones que voy a hacer a continuación, pero, a mi consentimiento, lo realmente sorprendente es que nunca se haya expandido el rango de aplicación de estas tres leyes.

La primera surge en Inglaterra en el 1687, fecha que, tal como el 12 de septiembre, no nos dice mucho. Siempre he creído que es un tanto difícil imputarle a una única fecha un conjunto de acontecimientos que conformaron el contexto en el que se desarrollo una de las teorías (de hecho tres leyes) más conocidas.

Isaac Newton tuvo el privilegio de empezar una nueva revolución matemática y teórica. Sus ideas llamaban a un redescubrimiento del mundo, para darnos cuenta de que estaba regido por un número de leyes más que por el simple caos. Inclusive, estas leyes eran tan exactas, que podían ser explicadas por la matemática. Lo que yo llamaría el efecto Newton.

De entre las tres leyes de Newton deseo destacar la tercera, donde afirma que cada acción tiene su reacción igual y contraria.

Creo fielmente que la aplicación puede ir más allá de la física. Puesto una ciencia como la economía (que sufrió el efecto Newton), lleva adscrito proposiciones de Equilibrio General: donde un cambio en el precio de un mercado no solo genera un efecto en ese mercado, sino en todos los demás. Incluso podría afirmar que su aplicación se ha menospreciado, pues se puede expandir a los hechos de la vida diaria. Por tanto, la frase “no creo que nada pase”, realmente es la que carece de aplicación.

La segunda ley fue publicada en 1859, año en que Charles Darwin publica su libro “El Origen de las Especies”, luego de una larga expedición que abarcó especialmente la parte sur del mundo.

Afirma que la evolución es el elemento presente en todos los seres vivientes, y lleva a que solo las más aptas para el medio sean las sobrevivientes. Sus aplicaciones no se han hecho esperar en el área de la política, la historia, la antropología y me tiento a nombrar, nuevamente, la economía.

La última ley que deseo citar, realmente no puedo ubicarla en el tiempo. Aunque aquí le daremos crédito a Gottfried Leibniz, realmente me es difícil alegar que éste haya sido el mejor promotor de la teoría. Sí puedo decir que es ampliamente usada en la termodinámica pero, una vez más, considero que su rango de aplicación va más allá de la matemática y la física.

La ley de la conservación de la energía establece que ésta no puede ser creada ni destruida, sino únicamente transformada en distintas formas o estados. ¿Termodinámica? A mi esto me suena a los comunes problemas de la basura que todos vivimos, a la creación de dinero en una economía, a los problemas de calentamiento global, etcétera.

Estas tres leyes son a mi parecer las más generales y de mayor aplicación. Debemos ver más allá de la complicada matemática fría y exacta que se haya detrás de la primera y la última, y con unos ojos de menor escepticismo para la segunda. Cuando decidamos realmente querer encontrarles aplicación a cada una, nos daremos cuenta de que hasta en las actividades más rutinarias de la vida diaria sus efectos pueden ser en extremo perceptibles.

EyP

lunes, 8 de octubre de 2007

Un análisis preliminar (a mano alzada)

Roberto J. Gallardo N.
Escritor Invitado
tomado www.roberto-gallardo.blogspot.com

Cuando se celebran procesos electorales, sobre todo como el que culminó con el referéndum del 7 de octubre, es fácil caer en la tentación de tratar de ofrecer LA explicación final, mostrar la bala de plata que produjo un desenlace específico. Lo cierto es que el resultado del domingo 7 de octubre vienen fraguándose desde hace meses, y que es difícil explicar el comportamiento de un ciudadano que se resiste a ser encasillado en conductas políticas predecibles.

Pero hay algunos elementos que no pueden ser ignorados. La publicación del ya famoso memorando sin duda tuvo un impacto en la intención del votante, como posiblemente también lo tuvo la polémica acerca de la posibilidad de renegociar el tratado. En el primer caso, evidentemente el favorecido fue el “No”, aunque a la larga el argumento de la inmoralidad aplicable a todos los partidarios del “Sí” terminó perjudicándolo; en el segundo, la incertidumbre que generó la discusión sobre la posibilidad de renegociar el tratado y de la estabilidad de las preferencias comerciales otorgadas en el marco de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que incluso se trasladó allende nuestras fronteras, puede haber favorecido al “Sí”, en tanto el “No” nunca pudo ofrecer una prueba contundente de la factibilidad de esa renegociación y de la extensión de las preferencias unilaterales otorgadas por un Gobierno estadounidense igualmente dividido sobre el tema.

Otro elemento a considerar en esta última semana del proceso fue la publicación de una encuesta en la que el “No” dejó de ser una simbólica forma de protesta y se convirtió en una opción real de poder. Esto tuvo algunos efectos evidentes: re-energizó al “Sí” que ejercitó su músculo organizacional de manera eficiente el día de las elecciones, e hizo reconsiderar su posición a los tránsfugas del memorando, quienes posiblemente consideraron en el último momento que no valía la pena emitir un voto como protesta si esto generaba un peligro que se percibía como mayor. Estos elementos se manifestaron en la aparición de una gran cantidad de signos externos del “Sí” en los dos últimos días, signos externos como calcamonías y banderas que se caracterizaban por ser nuevas, es decir, por haber sido recientemente pegadas en el caso de las primeras, o precariamente colocadas utilizando las ventanillas de los automóviles para prensarlas en el caso de las segundas.

Por último, una implacable campaña del “No” en la última semana llamando a votar contra la corrupción y asociando a los partidarios del “SÍ” con una serie de aspectos negativos puede haber generado dos efectos. Primero, que una buena parte de los partidarios del “Sí” no manifestaran su posición en los días previos al referéndum, intimidados por la descalificación moral proveniente de las filas del “No”; esto lo mostró la encuesta “doble” de Demoscopía publicada el miércoles 28 de setiembre, que obtenía un resultado favorable al “No” en la modalidad de encuesta del orden de los 5 puntos, margen que disminuía a un insignificante 1,6% en la votación experimental. Segundo, algún grupo importante de la población pudo haber reaccionado negativamente al chantaje retórico, y votó en contra de quienes se atribuyeron a lo largo de la campaña, pero sobre todo en la última semana, el monopolio de patriotismo.

Pese a todas estas consideraciones, seguimos ignorando los criterios que este nuevo ciudadano del siglo XXI utiliza para definir sus posiciones políticas. Sabemos con certeza que la consistencia no es su fuerte: dos provincias, Guanacaste y Puntarenas que contribuyeron decididamente a la victoria electoral del actual Presidente en las elecciones del 2006 votaron en contra del tratado; Heredia y San José que no apoyaron a Arias en el 2006 votaron favorablemente el TLC. En las elecciones presidenciales del 2006, 57% de los electores votaron a favor de partidos políticos que apoyaban el tratado, resultado 6 puntos mayor que el obtenido por el “SÍ”. En este contexto, quienes se atreven a hacer predicciones electorales de largo alcance a partir del triunfo del “Sí” entran en arenas movedizas, porque en la Costa Rica política del Siglo XXI tres años es una eternidad.

Se confirma además que un porcentaje de la población ha decidido no participar en la práctica electoral. Como lo había demostrado un estudio del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, las motivaciones del abstencionista son heterogéneas, por lo que no es posible hablar de un bloque políticamente motivado, como sostienen quienes pretenden restar legitimidad a los resultados electorales –sobre todo aquellos que no les favorecen-, usando la ausencia de un porcentaje importante de votantes. El referéndum demuestra que el abstencionismo no está limitado a procesos político-partidarios, sino que incluye todo espacio de construcción colectiva del futuro nacional. Tal vez ahora se puede iniciar un análisis más amplio que nos permita, ahora sí, adoptar las medidas necesarias para revitalizar nuestra democracia, más allá de las especulaciones políticas de algunos operadores partidistas disfrazados de analistas.

Por último, el TLC ha sido aprobado. Hemos comenzado a escuchar a algunas personas tratando de condicionar o cuestionar este resultado porque fue estrecho (aun cuando haya sido por un margen superior al promedio histórico –excepción hecha de la elección de Abel Pacheco-, de las últimas 4 elecciones presidenciales), cuando lo cierto es que el tema de la aprobación o no del tratado quedó zanjado. Quienes creen que el país está partido a la mitad e alrededor de visiones de desarrollo contradictorias le otorga una articulación inexistente a estos bloques coyunturales, sobre todo del lado del “No”, en donde hay grupos tan irreconciliables como las mujeres a favor del aborto y la Iglesia Católica. Precisamente esa fue una de las debilidades del “No”: salvo un listado de buenos propósitos que nadie en su sano juicio podría rechazar, el “No” nunca ofreció una alternativa concreta: no podía hacerlo porque habría requerido una negociación interna que de entrada no parece fácil.

Lo que es realmente importante es que el mecanismo del referéndum funcionó satisfactoriamente, lo que constituye un hito importante para la historia del país. Desde esta perspectiva, la gran ganadora del 7 de octubre es la democracia costarricense.

EyP

lunes, 1 de octubre de 2007

Felicitaciones

EyP desea felicitar a sus escritores asociados por las publicaciones de sus artículos en los distintos medios nacionales:

Carlos Astorga ................................ Referendo: verdadero significado

Jorge Luis Araya ............................. Muerto el perro… ¿se acabará la rabia?

Juan Carlos Tristán ......................... Dos caras de la misma moneda

Roberto Gallardo (escritor invitado) .... ¿Es posible la reforma del Estado?

Siempre se han distinguido por su excelencia académica y responsabilidad cívica. Además, queremos felicitar a Rafael Monge por su contínuo esfuerzo por la creación de una nueva FEUCR incluyente. Una visión que todos compartimos.

¡Muchas gracias por su visita!

Felicidades coolaboradores,

EyP

Muerto el perro… ¿se acabará la rabia?

Jorge Luis Araya
Escritor Asociado de EyP
Publicado en La Nación

Reza el dicho popular:muerto el perro, se acabó la rabia , en clara alusión a que, una vez eliminado el causante del problema, también se acaba el problema.

Ahora bien, ¿se acabará la rabia de los agitadores, sindicatos, anarquistas disfrazados de defensores de la República y otros enceguecidos por la ira callejera en este país, una vez aprobado o no el TLC con Estados Unidos? ¿Se acabará el odio hacia lasmafias neoliberales , como las llamó el comando (“comisión”) de enlace nacional contra el TLC? ¿Dejarán de ver gigantes y hechiceros losquijotes de la verdad absoluta en Costa Rica luego del referéndum?

Antes y después. Mucho me temo que la respuesta a todas estas preguntas es no. Ante este escenario, tenemos una Costa Rica antes y después del referéndum sobre el TLC. La Costa Rica del después será una Costa Rica cuya democracia saldrá fortalecida ante este largo y tortuoso camino, una democracia más madura, la cual una vez más sentará un precedente para América y el mundo, de respeto y apego al sistema constitucional por el que nos regimos, el que unos pocos nos quieren hacer creer se encuentra secuestrado. Sin embargo, pese a esta victoria nacional que se avecina, ya hay quienes desean ensuciarla, sea cual fuese el resultado.

Ya los detractores del sistema, una vez producida la necesaria salida del vicepresidente Casas, enfilarán sus baterías hacia el presidente constitucional de la República, buscarán su salida y de quienes lo rodean, a quienes acusan de tener a Costa Rica en una dictadura. No sé en cuál universo paralelo deben estar viviendo. ¿Será acaso que ven a nuestro país semejante a la herrumbrada e inhumana dictadura de los Castro en Cuba? ¿O quizás lo comparan con el secuestro institucional en que Chávez tiene a Venezuela? No sé a quién tratan de engañar. ¡El cielo no se está cayendo!

No debemos permitir que nuestra democracia se vea falseada después del 7 de octubre; con nombres y apellidos, hay quienes amenazan y asustan con medidas de presión si gana el SÍ, como el entrabamiento que espera a los proyectos de la agenda de implementación en la Asamblea Legislativa y, por otra parte, si ganara el NO, esos mismos sectores se sentirían envalentonados para hacernos creer que el mandato del presidente Arias debe llegar a su fin. Así que todavía nos espera recorrer un difícil tramo.

Camino a seguir. Creo firmemente que debemos como país aprobar una serie de reformas estructurales, como la apertura del mercado de las telecomunicaciones y los seguros, reformar, simplificar y recaudar más eficazmente los impuestos, echar más mano a la concesión de obra pública para garantizar más y mejor infraestructura, sin olvidar la protección jurídica para el inversor extranjero, aprobar más TLC (Europa, China y mercados emergentes) para que los flujos de inversión extranjera directa productiva sigan creciendo; sin olvidar una justa redistribución de la riqueza y el desarrollo de programas de política social para que, de esta forma, podamos sacar provecho de las diferencias que nos distinguen de los países vecinos.

A quien debemos temerle es a la desinformación, no a las amenazas de quienes adversan el Tratado; somos un país altamente competitivo y, por sobre todo, con una tremenda madurez política como para que nos dejemos engañar por quienes proclaman defender a la patria, cuando lo que logran más bien es defender sus cómodos privilegios y anhelos de grandeza.

Este 7 de octubre el refrán popular antes mencionado lamentablemente no llegará a cumplirse, pero sí creo que la Costa Rica que queremos para el futuro la forjaremos juntos a partir de ese día. Respetemos la decisión de la mayoría.


EyP

Referendo: verdadero significado

Carlos Astorga
Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho, UCR
Escritor asociado de EyP

Publicado en La Nación.

Si bien es cierto que la discusión relativa a ventajas y desventajas del TLC es clave para la correcta decisión del pueblo, no basta si queremos dar al referéndum su justa dimensión y valorarlo por su propio peso. En efecto, el referéndum será el termómetro de la democracia como institución, como régimen político nacional.

Nuestro régimen tiene decenios de estar funcionando de manera regular, pero ahora hay un cambio fundamental. Es la primera vez que, como pueblo en pleno, tomaremos una decisión de política pública. Según ocurran las cosas, este ejercicio conduce al éxito o al fracaso de nuevas prácticas, al arraigo de una nueva costumbre, de una tradición, de una manera de pensar. Por eso el momento es decisivo.

Pero hay más: la confianza en el sistema se medirá por la participación. No sabemos quién ganará, lo importante aquí es ver cuántos corazones latirán ese día, al punto de llevar los cuerpos hasta las urnas. En la medida en que participe la gente, en esa justa medida latirá el corazón del régimen democrático. ¿Cuál corazón es más importante? ¿El del SÍ, el del NO? Creo que el corazón de la nación. Si, constitucionalmente, en ella se deposita la responsabilidad de ordenar políticamente al país, creo vital que ese corazón lata con toda fuerza el 7 de octubre.

Grave error. Debemos tener presente que está en juego la legitimidad del sistema. Por eso, comete un grave error quien juzgue el acontecimiento como una circo partidario, un carnaval de banderas, una fiesta de encuestas y opiniones desmesuradas o una telaraña de razonamientos, ya tengan por origen esos errores, la mas reflexiva de las mentes o el más colérico de los metabolismos.

Si bien lo que mueve al sistema, con frecuencia, es la lucha por el poder, debemos trascender la visión marxista y dejar de ver en este proceso un conflicto entre la clase hegemónica y el proletariado. Para esto, debemos recordar que nuestra República es una organización democrática, donde todos debemos sentirnos dueños de lo que aspiramos ser. Cada posición es muy respetable, pero lo será más en la medida precisamente en que mueva a los corazones hacia los centros electorales.

El referéndum mostrará si somos, en realidad, lo que decimos ser. Y si, en efecto, lo somos, debemos enrumbar la nave hacia una democracia real, perfeccionar las condiciones económicas, sociales, culturales, que son básicas para hacer efectivo el principio de igualdad. Si el resultado muestra que no somos lo que creíamos, preocupémonos. Tendríamos por delante la responsabilidad de diseñar, más que un sistema político, una identidad.


EyP