domingo, 14 de octubre de 2007

Newton, Darwin y… Leibniz.

Claudio A. Mora García.
Estudiante de economía, UCR.
Publicado en La Prensa Libre y en La Nación.
Escritor asociado de EyP

Desde 1687 se han podido descubrir tres leyes generales por las que, a mi parecer, se rige el mundo. Podrá resultar sorprendente las afirmaciones que voy a hacer a continuación, pero, a mi consentimiento, lo realmente sorprendente es que nunca se haya expandido el rango de aplicación de estas tres leyes.

La primera surge en Inglaterra en el 1687, fecha que, tal como el 12 de septiembre, no nos dice mucho. Siempre he creído que es un tanto difícil imputarle a una única fecha un conjunto de acontecimientos que conformaron el contexto en el que se desarrollo una de las teorías (de hecho tres leyes) más conocidas.

Isaac Newton tuvo el privilegio de empezar una nueva revolución matemática y teórica. Sus ideas llamaban a un redescubrimiento del mundo, para darnos cuenta de que estaba regido por un número de leyes más que por el simple caos. Inclusive, estas leyes eran tan exactas, que podían ser explicadas por la matemática. Lo que yo llamaría el efecto Newton.

De entre las tres leyes de Newton deseo destacar la tercera, donde afirma que cada acción tiene su reacción igual y contraria.

Creo fielmente que la aplicación puede ir más allá de la física. Puesto una ciencia como la economía (que sufrió el efecto Newton), lleva adscrito proposiciones de Equilibrio General: donde un cambio en el precio de un mercado no solo genera un efecto en ese mercado, sino en todos los demás. Incluso podría afirmar que su aplicación se ha menospreciado, pues se puede expandir a los hechos de la vida diaria. Por tanto, la frase “no creo que nada pase”, realmente es la que carece de aplicación.

La segunda ley fue publicada en 1859, año en que Charles Darwin publica su libro “El Origen de las Especies”, luego de una larga expedición que abarcó especialmente la parte sur del mundo.

Afirma que la evolución es el elemento presente en todos los seres vivientes, y lleva a que solo las más aptas para el medio sean las sobrevivientes. Sus aplicaciones no se han hecho esperar en el área de la política, la historia, la antropología y me tiento a nombrar, nuevamente, la economía.

La última ley que deseo citar, realmente no puedo ubicarla en el tiempo. Aunque aquí le daremos crédito a Gottfried Leibniz, realmente me es difícil alegar que éste haya sido el mejor promotor de la teoría. Sí puedo decir que es ampliamente usada en la termodinámica pero, una vez más, considero que su rango de aplicación va más allá de la matemática y la física.

La ley de la conservación de la energía establece que ésta no puede ser creada ni destruida, sino únicamente transformada en distintas formas o estados. ¿Termodinámica? A mi esto me suena a los comunes problemas de la basura que todos vivimos, a la creación de dinero en una economía, a los problemas de calentamiento global, etcétera.

Estas tres leyes son a mi parecer las más generales y de mayor aplicación. Debemos ver más allá de la complicada matemática fría y exacta que se haya detrás de la primera y la última, y con unos ojos de menor escepticismo para la segunda. Cuando decidamos realmente querer encontrarles aplicación a cada una, nos daremos cuenta de que hasta en las actividades más rutinarias de la vida diaria sus efectos pueden ser en extremo perceptibles.

EyP

2 comentarios:

Conexiones e Intercambios dijo...

Saludos
Le hice unos comentarios sobre este artículo que salió hace algunas semanas en La Nación.

Lo invito a mi blog
fmv1538.blogspot.com

Claudio Mora dijo...

Perfecto! Pero... realmente no entendí donde están publicados los comentarios que usted hizo. Me gustaría saber para leerlos. Mi correo es chapunosky@gmail.com