lunes, 1 de octubre de 2007

Referendo: verdadero significado

Carlos Astorga
Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho, UCR
Escritor asociado de EyP

Publicado en La Nación.

Si bien es cierto que la discusión relativa a ventajas y desventajas del TLC es clave para la correcta decisión del pueblo, no basta si queremos dar al referéndum su justa dimensión y valorarlo por su propio peso. En efecto, el referéndum será el termómetro de la democracia como institución, como régimen político nacional.

Nuestro régimen tiene decenios de estar funcionando de manera regular, pero ahora hay un cambio fundamental. Es la primera vez que, como pueblo en pleno, tomaremos una decisión de política pública. Según ocurran las cosas, este ejercicio conduce al éxito o al fracaso de nuevas prácticas, al arraigo de una nueva costumbre, de una tradición, de una manera de pensar. Por eso el momento es decisivo.

Pero hay más: la confianza en el sistema se medirá por la participación. No sabemos quién ganará, lo importante aquí es ver cuántos corazones latirán ese día, al punto de llevar los cuerpos hasta las urnas. En la medida en que participe la gente, en esa justa medida latirá el corazón del régimen democrático. ¿Cuál corazón es más importante? ¿El del SÍ, el del NO? Creo que el corazón de la nación. Si, constitucionalmente, en ella se deposita la responsabilidad de ordenar políticamente al país, creo vital que ese corazón lata con toda fuerza el 7 de octubre.

Grave error. Debemos tener presente que está en juego la legitimidad del sistema. Por eso, comete un grave error quien juzgue el acontecimiento como una circo partidario, un carnaval de banderas, una fiesta de encuestas y opiniones desmesuradas o una telaraña de razonamientos, ya tengan por origen esos errores, la mas reflexiva de las mentes o el más colérico de los metabolismos.

Si bien lo que mueve al sistema, con frecuencia, es la lucha por el poder, debemos trascender la visión marxista y dejar de ver en este proceso un conflicto entre la clase hegemónica y el proletariado. Para esto, debemos recordar que nuestra República es una organización democrática, donde todos debemos sentirnos dueños de lo que aspiramos ser. Cada posición es muy respetable, pero lo será más en la medida precisamente en que mueva a los corazones hacia los centros electorales.

El referéndum mostrará si somos, en realidad, lo que decimos ser. Y si, en efecto, lo somos, debemos enrumbar la nave hacia una democracia real, perfeccionar las condiciones económicas, sociales, culturales, que son básicas para hacer efectivo el principio de igualdad. Si el resultado muestra que no somos lo que creíamos, preocupémonos. Tendríamos por delante la responsabilidad de diseñar, más que un sistema político, una identidad.


EyP

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