jueves, 31 de mayo de 2007

Felicitaciones

Julio Rodriguez

Estimado don Claudio: muchas gracias por su mensaje y por la apertura de su blog. Leí sus comentarios y me parecieron excelentes. No son una tribuna política, sino un aula pública para informar y, sobre todo, para formar con objetividad, respeto y conocimiento de causa. Hay que luchar duro en Costa Rica contra los prejuicios, la desinformación, la mala fe, la superficialidad, el vacilón...aberraciones inadmisibles en la sociedad del conocimiento. La nuestra debe ser una democracia solidaria y cognitiva. Si no hay conocimiento hondo y serio, nos perdemos. Esto es lo que está pasando. Está saliendo a flote, gracias a este frenesí del TLC, la mediocridad de nuestro sistema educativo. Me alegra mucho de que, siendo usted un estudiante de Economía, piense y escriba con más solidez que muchos catedráticos...Saludos cordiales.

Ronulfo Jiménez

Muy bien Claudio!!!
Vi tu blog, está muy bien. Ud tiene buena pluma
Saludo

Leonardo Soto

ok mae pura vida, esta tuanis.

Ricardo Hernández

Genial, Claudio, excelente blog.
creo que has iniciado el interminable camino de la busqueda de la verdad.
Suerte,


Copiados textualmente.

Economía, bienestar y religión

Thelmo Vargas
Economista
Tomado de La Nación


La Iglesia, en particular la católica, en la que centraré mi atención en este escrito, siempre ha tenido que ver con temas controversiales. Los de hoy palidecen al comparárseles con los de otros tiempos. ¿Es el Dios del Antiguo Testamento (que acentuó la “justicia”) el mismo que el del Nuevo (que favorece “el amor”)? ¿Es Jesucristo igual o inferior a Dios Padre? ¿Es María madre de Jesús mas no de Dios? Las respuestas a estos interrogantes las encuentra el católico en El credo, que se adoptó luego de interesantísimos debates.
Otros asuntos. Hoy las discusiones se refieren a asuntos menos profundos: ¿es compatible el TLC con la salvación eterna? Respuesta: sí. ¿Tiene la especie humana igual rango que los árboles, las piedras o los mosquitos en la Creación? Respuesta: no. Utilizaré dos noticias de La Nación del 10 de mayo para ilustrar los últimos puntos. ¿Debe la Iglesia recomendar el uso del condón? Creo que no, porque ello equivaldría a “relativizar” valores supremos por los que ha abogado toda la vida y, si permita una flexibilización en esto, podría acabar reformando (“modernizando”) los Diez Mandamientos cada 10 años. Para la Iglesia la mejor lucha contra el sida y los embarazos no deseados consiste en observar los principios que sobre la vida sexual promueve.
En una entrevista en la sección Aldea Global Stephan Harding, director de posgrado en ciencia “holística”, afirma que “No estamos [el hombre y la mujer] para controlar la naturaleza, sino para participar de ella”. Harding también dice que el alma del mundo está en todas las cosas—las piedras, las nubes, los volcanes...y la especie humana. Esta visión, ecologista extrema, que entre otras sentencia que “no podemos tumbar un solo árbol más”, difiere de la visión judeo-cristiana que recoge el libro del Génesis.
Según esta, en la Creación Dios hizo la luz y al ver que era buena la separó de la oscuridad. Creó la tierra y el mar y vio que todo estaba bien. A la tierra le instruyó a producir toda clase de plantas, hierbas que dan semilla y árboles que dan fruto; también hizo el sol y la luna. Eso estaba bien. Creó el Señor toda clase de animales y monstruos del mar y vio que estaba bien. El sexto día creó al hombre y la mujer y vio que eso estabamuy bien. A la especie humana le dio dominio sobre toda la Creación (Gn 1: 26-31). El sétimo día descansó.
Ciertamente, Dios no le pidió a la especie humana que destruyera el medio, pero lo puso a su disposición y a ella le corresponde optimizar el valor presente de sus beneficios futuros. Si para este fin, de “desarrollo sostenible”, debe tumbar (y replantar) unos árboles, puede hacerlo. Paso a otro tema.
/LA NACIÓN
Error de monseñor Trejos. En un artículo en la sección Foro, Amparo Pacheco, viceministra de Comercio Exterior, refuta a monseñor Ignacio Trejos por haber interpretado mal una disposición del TLC. Aquí tiene razón la Viceministra: el TLC de Centroamérica con EE. UU. no antepone el comercio a la protección de la salud o la vida humana, animal y vegetal, como dice Monseñor. Al contrario. Lo que el texto del TLC dice es que si un país firmante del tratado estima que requiere tomar medidas para asegurar que determinados productos o procesos productivos no atenten contra la salud o la vida humana, animal y vegetal, puede hacerlo, siempre y cuando las medidas se apliquen por igual para la producción interna que para la externa. Lo que el tratado impide es que ellas se utilicen solo como excusa para discriminar en materia comercial. Lo que es bueno para el ganso también debe serlo para la gansa.
En estos días, la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano, que tendrá lugar en Aparecida, Brasil, y que cuenta con la muy honrosa presencia del papa Benedicto XVI, estará deliberando sobre una amplia gama de temas, muchos de los cuales son de naturaleza técnica. Ellos van desde el uso del condón, el permitir el aborto, hasta si el modelo económico “neoliberal” debe ser objeto de censura.
Aquí conviene recordar lo que en relación con esto afirmó Juan Pablo II en la encíclicaSollicitudo rei socialis, n. 41.1987: “La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo (... ) No propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos u otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella [la Iglesia] goce del espacio necesario para ejercer su ministerio”. Amén.

miércoles, 30 de mayo de 2007

En guardia

Jorge Guardia
jguardia@nacion.com
Tomado de la Nación

Un estudio de la Cepal sobre los efectos del TLC en el crecimiento, pobreza y desigualdad dijo textualmente: “La discusión no se ha amparado en un estudio cuantitativo riguroso de sus posibles implicaciones socioeconómicas. Este estudio intenta enmendar esa carencia mediante un modelo de equilibrio general dinámico para Costa Rica”. Algo tiene de razón. Muchos hemos estado hablando paja.
El estudio es muy riguroso. Formula dos escenarios: con TLC y si él. Luego, distingue entre la desgravación en EE. UU. para garantizar el acceso a ese mercado (exportaciones) y la desgravación en Costa Rica (importaciones). En ambos casos mide los efectos en el crecimiento, empleo, pobreza y distribución de la riqueza. Algunos de sus hallazgos eran esperados. Otros, en cambio, son sorprendentes.
El escenario base (sin TLC) es que la economía seguiría creciendo a una tasa real elevada, similar a la de los últimos años. Con TLC se agregaría un 2% real adicional durante los próximos 20 años. Pero en el primer quinquenio la expansión adicional sería modesta, apenas un 1,2% (este Gobierno se beneficiaría poco). Sin TLC, la economía seguiría creciendo con vigor según el escenario base, un 5,5% real. Ya dijo Luis Mesalles, economista de Ecoanálisis, que el TLC no era la pócima maldita ni la pomada canaria.
Contrariamente a lo que muchos pensaban, las exportaciones resultan menos importantes que las importaciones para generar crecimiento y empleo. Del 2% adicional de aumento del PIB, un 1,8% provendría de la desgravación en Costa Rica (principalmente bienes intermedios y de producción), mientras que solo un 0,2% vendría de la exportación. Al desgravar bienes intermedios se atizaría la producción interna (integración vertical) para incorporarla a las exportaciones a EE. UU. y otras partes del mundo. Subirían el consumo, la inversión y el crecimiento. El empleo crecería y bajaría la pobreza. Entonces, si el milagro viene por ahí, ¿por qué no desgravamos antes?
El otro hallazgo es que el TLC podría desencadenar un flujo de capitales y provocar una expansión de la producción interna con efectos aún mayores. Al PIB se adicionaría un promedio del 3,1% real, el empleo subiría más, caería la pobreza y mejoraría la distribución, antes imperceptible. Pero se deprimirían el tipo de cambio y las exportaciones. La paradoja es que los exportadores anhelaban el TLC para vender más y podrían terminar perdiendo. Pero el comercio multi- plicaría sus ventas al estimularse las importaciones y el mercado interno. ¿No se está produciendo algo de eso aun sin TLC? Bueno, aquí tienen un menú para meditar.

¿Hacia donde nos dirigimos?

Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR.

Panamá posee en sus manos una gran riqueza: su canal. El interés en su construcción se remonta hasta 1513, pero no fue hasta 1913 que empezó efectivamente por parte de los estadounidenses. Su principal función era el transporte de armas pero luego se le dio un mayor uso comercial. La necesidad de llevar rápidamente los productos que salían del océano pacífico al atlántico, y viceversa, era y es inminente. Las empresas ocupan que sus productos lleguen rápido y, especialmente, en un muy buen estado a su destino.
A principios de este año se anunció la ampliación del canal. Permitirá el recorrido entre los océanos de barcos de mayor ancho y calado los cuales tienen la capacidad de transportar más a un costo por unidad menor. Su construcción tendrá una duración estimada de siete a ocho años durante los cuales se demandarán grandes cantidades de mano de obra y maquinaria.
El canal de Panamá es una empresa que generó unas utilidades netas (contables) en el 2006 de, aproximadamente, $675 925 millones que son libres de todo tributo, salvo las cargas sociales. Los ingresos por peajes ascendieron a $1 026 427 millones y presenta una rentabilidad de más de un 20% (este no es el único ingreso con el que cuenta el canal). El costo de la construcción del tercer juego de exclusas tiene un costo aproximado de $5 250 millones.
La política de desarrollo de Panamá apunta a una ampliación del sector servicios, tal como logística: transporte y cuidado de los productos que surquen el canal. Las empresas exportadoras costarricenses son un ejemplo de las firmas que se han mostrado muy positivas ante este cambio, ya que los costos de transporte podrían disminuir: sus mercaderías serían trasladadas en conjunto con la de otros países en buques de mayor capacidad. Además se les saciaría una necesidad que han venido teniendo, un mejor sistema de enfriamiento de sus productos. Ahora Panamá le puede dar una dirección a su política, la puede dirigir por la carretera que contiene tantos cruces y darle el camino correcto a seguir.
A pesar de que la tasa de retorno de esta inversión se calcula en tan solo un 12%, el gran desarrollo que pueda traer al país es mucho mayor. La política de Panamá debe enfocarse más hacia el impulso de un valor agregado al producto que ingrese a la zona. Convertirse en no solo un puente sino también agregar las empresas que forman parte en la línea de producción del canal y crear una industria organizada y eficiente que pueda manejar el transporte mundial que navega a través de su país.
Entonces es cuando entro en duda y veo a mi patria, descarrilada, sin rumbo. Queriendo sobresalir pero sin saber en cuál sector. Tratando de darle una ayuda a los pobres sin darse cuenta de que más bien los estamos perjudicando. La expansión del canal no implica ninguna regalía monetaria ni transferencias de bienes o servicios a las familias más pobres y, sin embargo, es una excelente herramienta para buscar el desarrollo y combatir la pobreza. Por supuesto que conlleva a grandes esfuerzos.
Hemos intentado en educación, pero ¿es suficiente con tener altos grados de enseñanza? ¿No sería también necesario atraer inversión de alta tecnología para sacarle el mayor provecho a esta ventaja? La educación es como darle la pala a un trabajador, es una herramienta… ahora sí, ¡denle la tierra para que trabaje!
La pregunta esencial aquí es ¿cómo lo vamos a hacer?

Publicado en la Prensa Libre el día 2 de Junio del 2007

Mucho cuidado, que el tigre anda suelto.

Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR

Hoy (9 de mayo) asistí a un foro organizado por el Comité Cívico de Santo Domingo que trataba del TLC. Me informé gracias al perifoneo que pasó cerca de mi casa, (que al parecer el anunciador de ese día era el competidor del que mantenía el monopolio para este tipo de servicio). Mi primera impresión al informarme del evento fue de asombro, ya que desde hace días tenía un gran interés por explicarle a mi pueblo algunos puntos económicos importantes del comercio, pero se me adelantaron. La segunda impresión que tuve fue de decepción, al darme cuenta de la idea sobre el supuesto foro.
Yo creí que el foro iba a tener el objetivo de informar, desde una posición neutral, al pueblo indeciso. Que la idea era darle unas herramientas para que pudieran analizar el tratado de una mejor manera, y presentarles algunas cifras que confirmaran lo expuesto; de pronto, hasta darles un pequeño resumen de los capítulos del TLC con una pequeña explicación. Además, por la naturaleza de ser foro, que dejaran a todos aportar sus ideas: que la gente pudiera pedir la palabra (es decir, el micrófono) y pudieran hablar momentáneamente acerca de una experiencia propia, o bien, de algún tema académico sobre comercio internacional.
Por ello es que me pareció tan importante y alentador asistir que; aunque ya sabía a lo que iba, ya que mi tía me contó quiénes eran los expositores, y de que mi horario de estudio ese día no me permitía gran flexibilidad; estrujé toda la agenda para poder llegar justo a tiempo.
Al llegar me di cuenta de que mis sospechas se volverían realidad: los temas tratados eran puramente ideológicos y normativos. No se trató ningún tema académico, ¡menos en la parte de preguntas! La información suministrada carecía de apoyo bibliográfico en ese instante. Los expositores estaban completamente desviados hacia un movimiento nacional contra el TLC (DR-CAFTA). Todo lo dicho no fue sino un “el TLC es malo por esto… y es malo por esto otro… y nos va a perjudicar así…”, etc. Asistieron casi 105 personas, eso sin contar las que se fueron antes de que terminara el “foro”. ¡Qué tonto yo no haber hecho nada antes!
Si al pueblo no lo suplimos con la información necesaria y congruente para que puedan entender las bases de lo que es el DR-CAFTA, y las implicaciones positivas (es decir, no normativas) de este tipo de tratados, y lo desviamos a decirle que el TLC es malo por justificaciones puramente normativas, entonces… ¿Cómo esperar que dé un criterio individual, y que el voto de él sea democrático y que muestre sus preferencias y no las de otro individuo, o grupo?
Por ello, estimados costarricenses, antes de asistir a un evento de este tipo, tengan mucho cuidado y pregunten quiénes van a ser los expositores o si la charla, o “foro”, van a tratar los temas desde una ideología neutral o un poco desviada y ténganlo en cuenta durante toda la conferencia.

Publicado en La Prensa Libre el día 12 de Mayo del 2007

Complementario, no competitivo

Claudio A. Mora García
Estudiante de economía, UCR

Refiriéndome a la entrevista realizada el día 17 de abril a José Miguel Corrales y transmitida por el canal Extra TV 42, he de decir que la afirmación del distinguido señor en el cierre del debate tuvo que haber sido más cuidadosa.
Al referirse él sobre las fábricas de aviones en Estados Unidos y los sembradíos de tiquizque y yucas en Costa Rica, pasó por alto que un país cualquiera no debería venderle a Estados Unidos lo que él ya produce a un costo menor y menos si las capacidades técnicas del proveedor no se lo permiten (como autos y aviones). Si a los americanos les cuesta más producir los camotes, las yucas y el tiquizque debido a las condiciones climáticas, entonces lo más rentable y beneficioso para ellos será importarlo de Costa Rica, y no romperse la cabeza buscando alguna forma de hacerlos crecer. Si los ticos no podemos producir autos ni habas de soya tan barato como ellos, entonces lo mejor es comprárselos.
Con el comercio la idea es venderle a mi compañero vecino bienes o servicios que él solo puede producir con un costo mayor o que no puede producir del todo, independiente de la cantidad que produzca del mismo. No llevar al mercado extranjero mercaderías para que compitan contra algunas que ellos ya pueden producir a un costo menor.
Si los estadounidenses pueden producir los motores de aviación (que de hecho tienen una participación del 0.7% sobre el total de las importaciones) o ciertos medicamentos con un costo menor, entonces ¿para qué competir contra ellos? Si ellos pueden producir algo más barato que lo que le cuesta a Costa Rica producirlo entonces… ¡déjenlo que entre! Lo mejor es usar éste como bien intermedio en la producción de los ticos para que sea más rentable a Costa Rica venderle al exterior. Es más, el pueblo costarricense podrá comprar más de un solo bien o más de todos los bines con el mismo ingreso. Lo importante en el comercio es que las dos partes se complementen en las producciones, no que se compitan.
Los dos países pueden no empezar en igualdad de condiciones, sino que lo importante es que un país produzca un bien con mayores costos en términos de los demás bienes que produce (lo cual siempre va a ocurrir), por lo que mis mercancías van a tener un espacio de venta. Le voy a vender a mi compañero vecino el bien que él no puede producir o que lo produce a un costo mayor, por lo que estoy complementado su producción. De esta forma, las posibilidades de consumo de Costa Rica y Estados Unidos se verán aumentadas, no así las posibilidades máximas de producción de los dos. Usted podrá comprar esa computadora que siempre deseó, y los estadounidenses podrán comerse la olla de carne que siempre añoraron comer gracias a la reducción de costos asociadas al comercio.