lunes, 8 de octubre de 2007

Un análisis preliminar (a mano alzada)

Roberto J. Gallardo N.
Escritor Invitado
tomado www.roberto-gallardo.blogspot.com

Cuando se celebran procesos electorales, sobre todo como el que culminó con el referéndum del 7 de octubre, es fácil caer en la tentación de tratar de ofrecer LA explicación final, mostrar la bala de plata que produjo un desenlace específico. Lo cierto es que el resultado del domingo 7 de octubre vienen fraguándose desde hace meses, y que es difícil explicar el comportamiento de un ciudadano que se resiste a ser encasillado en conductas políticas predecibles.

Pero hay algunos elementos que no pueden ser ignorados. La publicación del ya famoso memorando sin duda tuvo un impacto en la intención del votante, como posiblemente también lo tuvo la polémica acerca de la posibilidad de renegociar el tratado. En el primer caso, evidentemente el favorecido fue el “No”, aunque a la larga el argumento de la inmoralidad aplicable a todos los partidarios del “Sí” terminó perjudicándolo; en el segundo, la incertidumbre que generó la discusión sobre la posibilidad de renegociar el tratado y de la estabilidad de las preferencias comerciales otorgadas en el marco de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que incluso se trasladó allende nuestras fronteras, puede haber favorecido al “Sí”, en tanto el “No” nunca pudo ofrecer una prueba contundente de la factibilidad de esa renegociación y de la extensión de las preferencias unilaterales otorgadas por un Gobierno estadounidense igualmente dividido sobre el tema.

Otro elemento a considerar en esta última semana del proceso fue la publicación de una encuesta en la que el “No” dejó de ser una simbólica forma de protesta y se convirtió en una opción real de poder. Esto tuvo algunos efectos evidentes: re-energizó al “Sí” que ejercitó su músculo organizacional de manera eficiente el día de las elecciones, e hizo reconsiderar su posición a los tránsfugas del memorando, quienes posiblemente consideraron en el último momento que no valía la pena emitir un voto como protesta si esto generaba un peligro que se percibía como mayor. Estos elementos se manifestaron en la aparición de una gran cantidad de signos externos del “Sí” en los dos últimos días, signos externos como calcamonías y banderas que se caracterizaban por ser nuevas, es decir, por haber sido recientemente pegadas en el caso de las primeras, o precariamente colocadas utilizando las ventanillas de los automóviles para prensarlas en el caso de las segundas.

Por último, una implacable campaña del “No” en la última semana llamando a votar contra la corrupción y asociando a los partidarios del “SÍ” con una serie de aspectos negativos puede haber generado dos efectos. Primero, que una buena parte de los partidarios del “Sí” no manifestaran su posición en los días previos al referéndum, intimidados por la descalificación moral proveniente de las filas del “No”; esto lo mostró la encuesta “doble” de Demoscopía publicada el miércoles 28 de setiembre, que obtenía un resultado favorable al “No” en la modalidad de encuesta del orden de los 5 puntos, margen que disminuía a un insignificante 1,6% en la votación experimental. Segundo, algún grupo importante de la población pudo haber reaccionado negativamente al chantaje retórico, y votó en contra de quienes se atribuyeron a lo largo de la campaña, pero sobre todo en la última semana, el monopolio de patriotismo.

Pese a todas estas consideraciones, seguimos ignorando los criterios que este nuevo ciudadano del siglo XXI utiliza para definir sus posiciones políticas. Sabemos con certeza que la consistencia no es su fuerte: dos provincias, Guanacaste y Puntarenas que contribuyeron decididamente a la victoria electoral del actual Presidente en las elecciones del 2006 votaron en contra del tratado; Heredia y San José que no apoyaron a Arias en el 2006 votaron favorablemente el TLC. En las elecciones presidenciales del 2006, 57% de los electores votaron a favor de partidos políticos que apoyaban el tratado, resultado 6 puntos mayor que el obtenido por el “SÍ”. En este contexto, quienes se atreven a hacer predicciones electorales de largo alcance a partir del triunfo del “Sí” entran en arenas movedizas, porque en la Costa Rica política del Siglo XXI tres años es una eternidad.

Se confirma además que un porcentaje de la población ha decidido no participar en la práctica electoral. Como lo había demostrado un estudio del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, las motivaciones del abstencionista son heterogéneas, por lo que no es posible hablar de un bloque políticamente motivado, como sostienen quienes pretenden restar legitimidad a los resultados electorales –sobre todo aquellos que no les favorecen-, usando la ausencia de un porcentaje importante de votantes. El referéndum demuestra que el abstencionismo no está limitado a procesos político-partidarios, sino que incluye todo espacio de construcción colectiva del futuro nacional. Tal vez ahora se puede iniciar un análisis más amplio que nos permita, ahora sí, adoptar las medidas necesarias para revitalizar nuestra democracia, más allá de las especulaciones políticas de algunos operadores partidistas disfrazados de analistas.

Por último, el TLC ha sido aprobado. Hemos comenzado a escuchar a algunas personas tratando de condicionar o cuestionar este resultado porque fue estrecho (aun cuando haya sido por un margen superior al promedio histórico –excepción hecha de la elección de Abel Pacheco-, de las últimas 4 elecciones presidenciales), cuando lo cierto es que el tema de la aprobación o no del tratado quedó zanjado. Quienes creen que el país está partido a la mitad e alrededor de visiones de desarrollo contradictorias le otorga una articulación inexistente a estos bloques coyunturales, sobre todo del lado del “No”, en donde hay grupos tan irreconciliables como las mujeres a favor del aborto y la Iglesia Católica. Precisamente esa fue una de las debilidades del “No”: salvo un listado de buenos propósitos que nadie en su sano juicio podría rechazar, el “No” nunca ofreció una alternativa concreta: no podía hacerlo porque habría requerido una negociación interna que de entrada no parece fácil.

Lo que es realmente importante es que el mecanismo del referéndum funcionó satisfactoriamente, lo que constituye un hito importante para la historia del país. Desde esta perspectiva, la gran ganadora del 7 de octubre es la democracia costarricense.

EyP

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