jueves, 12 de julio de 2007

Don José Merino y el odio a la libertad.

Adrian Brenes
Economista, (Neo-) Liberal
Publicado en el Diario Extra

La odiosa diatriba de don José Merino contra el neoliberalismo, agazapada bajo el título “Signos de esperanza” es tan exuberante en errores teóricos y mentiras históricas que deja a la decencia clamando a gritos por una refutación.

El liberalismo es una ideología más bien sencilla. Se basa en dos principios básicos. Primero, que cada individuo sea su propio dueño legal (a esto se le llama libertad). Segundo, que todos los recursos de la sociedad sean protegidos mediante la propiedad privada.

Sencillo, ¿no? Sus postulados son tan parcos que podrían parecer insuficientes pero, a través de la historia y los países, han permitido el desarrollo de sociedades en las que el respeto por el individuo, la paz y el desarrollo económico han podido florecer a su máximo esplendor.

El liberalismo es una ideología venerable que se ha venido puliendo desde hace muchos siglos. Ciertamente se vio terriblemente interrumpido en el siglo XX debido a los totalitarismos tanto de izquierda (leninismo) como de derecha (nazismo, fascismo). No obstante, la gente poco a poco ha venido dándose cuenta de estos terribles errores permitiendo que el liberalismo retoñe nuevamente. Por eso, despectivamente, sus enemigos le han endilgado el prefijo “neo-”. Pero no hay que prestarse a engaño, se trata de la misma ideología que permitió a la creatividad humana desarrollar las innovaciones tecnológicas que provocaron el más sublime salto del desarrollo en la historia de la humanidad (hoy cualquier individuo de clase media de un país en desarrollo vive al menos tan bien como el más privilegiado rey europeo del siglo XVIII).

El libelo de don José busca inducir a error al hacer una falaz distinción entre “un proyecto de país justo” a la “globalización neoliberal” como si fueran algo diferente. Sería interesante que pasara revista al respeto por elementos tan básicos para la justicia como son los derechos humanos de sus ciudadanos en países razonablemente liberales como Estados Unidos o el Reino Unido versus lo acontecido en países secuestrados por regímenes totalitarios, tales como Cuba o hasta hace unos años los países tras la Cortina de Hierro.

Don José desprecia nuestra inteligencia al asociar la desigualdad, la pobreza y corrupción con el liberalismo, cuando es más bien el totalitarismo estatal (del cual él es un conspicuo defensor) el que a través de la historia ha alimentado esos males. ¿No es desigualdad privilegiar a los productores arroceros (hasta el más pequeño es terrateniente en las cotizadas tierras guanacastecas) a costa de la gente más pobre de este país, que muchas veces no tienen para comer más que arroz escasamente acompañado? ¿No mantiene la pobreza evitar que se pueda comprar barato y se abran oportunidades de empleo con la entrada y fundación de empresas al país gracias al TLC? ¿No es corrupción secuestrar las universidades para defender los mezquinos intereses de los sindicatos de los monopolios públicos?
Si hoy tenemos “un escenario nacional fracturado por los intereses y los odios” la culpa es de quienes pretenden resucitar las calacas de un comunismo rebautizado (aunque tan letal como siempre) con el objetivo de defender los privilegios que el liberalismo ha demostrado hasta el hartazgo como inmorales y económicamente perjudiciales.

Finalmente, don José hace referencia a la máxima cristiana “amarás a tu prójimo”. Debería recordar don José que esta máxima se enmarca en una posición moral que, por fuerza, es liberal (usar la libertad para trasladar a otros porciones de la propiedad propia, incluyendo la posibilidad de crear actos de caridad, amistad y amor). ¿O es que amar a tu prójimo implica hacerlo a costa de tu otro prójimo?
Así que don José, la próxima vez que se suba a su automóvil extranjero (fruto de la globalización neoliberal); se dirija a su casa (construida gracias al desarrollo económico provocado por el liberalismo), y comparta sus riquezas voluntariamente con su familia y amigos (auténtica solidaridad promovida por el liberalismo), recuerde lo mucho bueno que le debemos a esta ideología.

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