viernes, 21 de marzo de 2008

Óptimo social VRS máximo individual.

Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR
Escritor asociado de EyP.

La compra de Bear Stearns por parte de JP Morgan Chase (dos bancos estadounidenses), no ha sido catalogada como el mejor negocio para JP Morgan. El banco Bear ha mantenido fuertes pérdidas en este periodo de “crisis” estadounidense, y ha sido la junta directiva, con alguna ayuda del Estado y de la FED, quienes han decidido postularlo como su nueva adquisición.

Pero, entonces, ¿por qué lo están haciendo? Inclusive, de ser tan malo, ¿Por qué se ha catalogado como el mejor negocio desde que “los holandeses le compraron Manhattan a los indios”?

Bueno, es precisamente este ejemplo el que nos ilustra cómo tomar una decisión individualmente no conlleva a los mejores resultados, dada la posibilidad de la respuesta de la contraparte, pero sí pueden ser los mejores para el conjunto. Nos expresa claramente cómo las decisiones que se tomen individualmente pueden llevar a un óptimo social mediante la ayuda de un “agente externo”.

Teoría de Juegos. La teoría de juegos nos enseña cómo las decisiones que se tomen individualmente entre dos partes, respondiendo cada una a sus propios intereses y bajo una serie de condiciones especiales, no siempre desemboca en un óptimo social. Es decir, usualmente requiere de una especie de contrato social en el que ambas partes se pongan de acuerdo para que se pueda llegar a un óptimo social:

Este es el llamado “dilema de los prisioneros”, en el que dos sospechosos son encarcelados en celdas diferentes. A cada uno se le dice que el otro ya está confesando el crimen que, realmente, nunca cometieron. Si él confiesa y yo no, entonces a mí meten seis años a la cárcel; pero si yo confieso que fue él, entonces a él es a quién lo meten seis años y a mí me dejan libre. ¿Usted qué haría? Entonces, como existe una respuesta dominante de confesar, los dos terminan haciéndolo y los dos se ganan unas vacaciones de tres años en la prisión cada uno.

En cambio, existe un cuarto posible resultado: que ninguno de los dos confiese, y tan solo pasamos un mes dentro. Pero… ¿confiaría usted en su compañero? Entonces, es precisamente ahí donde se ocupa el contrato social en manos del “tercer agente”, muchas veces llamado “gobierno” o, en este caso, “FED”.

Libre comercio y Estado. Las decisiones que se tomen considerando únicamente las consecuencias individuales, no siempre son las que llevan a un óptimo social. Además del caso de JP Morgan y Bear, existen otro ejemplo: el libre comercio es uno de ellos.

Cuando dos partes están firmando un convenio comercial para degradar aranceles, nunca se llega al mejor resultado social: una eliminación total de aranceles, lo cual acarrea bienes y servicios más baratos por la especialización. Sino que se opta por un comercio más cerrado, menos inclusivo, y enfocado a protección en vez de sustitución y especialización.

Aún cuando a JP Morgan no le guste mucho seguir con la adquisición, definitivamente es lo mejor para todos los clientes en Bear (inclusive para su aseguradora), y para los demás bancos. Por tanto, es el gobierno y la FED quienes deben estar por detrás de los accionistas de JP Morgan con un chucito diciéndoles: ¡compren, compren! Y con alguna amenaza o premio por debajo de la manga.

Realmente en economía, por tanto, sí existe lugar para el papel del gobierno (a diferencia de los que muchos chismean). Es él mismo quien debe encargarse de vigilar que las desiciones que se tomen sean las que nos conduzcan a un óptimo social, y no a un máximo individual. Este es un estado supervisor, no interventor.

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