miércoles, 26 de marzo de 2008

El príncipe de las paradojas

Esteban Porras Zúñiga
Estudiante Universitario
Escritor Asociado de EyP
estebanpz@gmail.com

Para Jorge Luis Borges, la obra de Gilbert Keith Chesterton no encierra una sola página que no ofrezca felicidad. Borges, profundo admirador suyo, al igual que muchos grandes escritores “sufrió” de su influencia.

Novelista, poeta, ensayista, articulista y pensador político representan solo algunos de los géneros literarios que este escritor desarrolló con su mano maestra, de su pluma salieron más de mil artículos y noventas libros.

Tan joven y tan viejo. Sir Arthur Bryant, gran historiador Británico, afirmó en una ocasión que “la influencia de Chesterton será más grande en las generaciones aun no nacidas”.

Ya que G.K, como gustaba firmar su nombre, es un escritor al alcance de todos los públicos, con una crítica aguda, un campo de acción universal y una atracción magnética que cautiva y enriquece al adentrarse en sus escritos y sobre de todo de una gran actualidad a pesar de los años.

Podía absorber los libros “como una aspiradora” y tenía una memoria prodigiosa para retener lo que leía, de ahí que escribiera biografías impresionantes sobre: Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís, Dickens, R.L. Stevenson y otros más, a los cuales describía como un autentico erudito.

Escritores conversos. El final del siglo XIX y mediados del XX representa uno de los fenómenos intelectuales más interesantes de la Inglaterra moderna. Este movimiento, del que Chesterton tuvo gran influencia, tiene su precedente en la conversión y labor intelectual del Cardenal Henry Newman, el cual fue todo un ejemplo de rigor y honradez que debe vivir un investigador.

Chesterton, de familia Anglicana y agnóstico en su juventud, comenzó su andadura literaria en el primer año del siglo XX, su conversión al catolicismo se produjo hasta mediados de 1922 a pesar de rondarla desde años anteriores. Acude a la novela policíaca para expresar la peculiar manera en que se debe buscar la verdad el hombre.

Fue el que más influyo en los escritores de su época, gracias en gran medida a la manera intelectual de enfrentar la fe: Graham Greene, Ronald Knox, Dorothy Sayers, Evelyn Waugh y G.M Hopkins, son solo algunos de los que Chesterton acerco a la Iglesia Católica.

Para Chesterton era mala teología atacar la razón y el estudio concienzudo fue lo que hizo dar el paso a muchos de esta generación. Otros como C.S Lewis y T.S Eliot, fueron “conversos” que no alcanzaron el catolicismo. Lewis comenta que al leer a Chesterton no sabía en lo que se estaba metiendo “el joven que desee seguir siendo un ateo sensato nunca puede ser demasiado prudente con lo que lee”, Eliot al igual tuvo su conversión, en este caso hacía la iglesia Anglocatólica.

Búsqueda de la verdad. Para Graham Greene, Chesterton era demasiado bueno para ser político. En la campaña de 1906 participa por primera vez en la vida política, de ahí en adelante participaría, aunque solo sea para ratificarse en su desconfianza de los políticos.

En esa búsqueda en la que vivió siempre, Gilbert Chesterton se convierte en el pionero del distributismo, junto a su amigo Belloc. Se basan para esto, en las premisas de la encíclica Rerum Novarum y profundizan en la problemática económica de su época.

G.K. Fue sobre todo un hombre de reformas, un pensado libre y un visionario de su tiempo: “Tanto como antes, más que nunca, creo en el liberalismo” manifestó en una ocasión al referirse a la obra de Dickens.

En sus artículos periodísticos mantuvo siempre un enfrentamiento con la corrupción política, su genialidad le permitió siempre salir de muchas acechanzas por sus grandes críticas. Ese era Chesterton, el liberal que no creía en los liberales, el hombre que confeso no tomar en serio sus libros pero muy en serio sus opiniones, el converso de muchos antes de convertirse él al catolicismo. El creador de teorías económicas, optimista y de gran vitalidad. El gigante de las letras: el príncipe de las paradojas, un escritor de todos los tiempos.

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