sábado, 30 de agosto de 2008

Hija del Destino.


Esteban Porras Zúñiga/ estebanpz@gmail.com
Estudiante Universitario/ Escritor Asociado EyP


Su padre, el ex Primer Ministro de Pakistán, le destinó la cabecera de la mesa por ser la hija mayor. Ser hija de Zulkifar Ali Bhutto sin duda la marcó desde niña: “las mujeres no son ciudadanas de segunda clase”, le dijo poco antes de morir. Huérfana y con el compromiso de pagar a los más pobres su oportunidad de educación y superación, vivió hasta el final de sus días Benazir Bhutto.
Convencida de que la democracia era el mejor camino para su Pakistán, regresó luego de un largo exilio. Aunque sabía que volver le podía costar la vida; ya se lo habían adelantado con un atentado el día que pisó el suelo de su país. “Sé exactamente quién quiere matarme”, le dijo a la revista francesa “Paris-Match”, no bastó con saberlo y denunciarlo en ciertas ocasiones, tocar ciertas “cúpulas” de poder y usar la peligrosa palabra “democracia” puede costar la vida de los valientes.
Primer Ministra. Relataba Bhutto que cuando fue elegida algunas mujeres de su país le reprochaban que ese no era un trabajo para una dama decente. No es para menos: ser la primera mujer en gobernar un estado islámico al final del siglo veinte (1988-1990 y 1993-1996) no resultaba tarea sencilla, ya que para cualquier sociedad en ese momento, una mujer que ocupara altos cargos implicaba un cambio de paradigmas, en especial para una sociedad tan conservadora como la islámica.
Su educación fue exquisita, Harvard y Oxford la prepararon. Su paso por Estados Unidos coincidió con la guerra de Vietnam y el sentimiento de rebeldía, en gran parte de la juventud, caló fuerte en Benazir. Ahí supo que podía ser escuchada y se convenció de poder reducir la brecha tan marcada entre ricos y pobres de sus queridos paquistaníes.
Crisis política. En el 2001 tras la invasión de Estados Unidos a Afganistán, muchos talibanes y miembros de Al Qaeda, se refugiaron en el norte de Pakistán. El presidente Musharraf se ha convertido en el principal apoyo de Bush en la lucha contra el terror; sin embargo, la situación se agravó el año anterior, cuando Musharraf ganó las elecciones presidenciales sin haber renunciado a la jefatura del ejército, y así haber podido dar lugar a un Gobierno civil. Con la muerte de la “líder de los pobres”, un cambio en el sistema de gobierno, parece más lejano que nunca.
El Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), fundado por su padre, quedó sin su principal líder; "Pinkie" como le conocían familiarmente, luchó hasta el último momento. “Ella arriesgó su vida en un intento de conseguir democracia para Pakistán y ha sido asesinada por cobardes que temen a la democracia” manifestó el Primer Ministro Británico, Gordon Brown.
Recordamos una gran mujer, de un carácter luchador, fuerte vocación política, idealismo, liderazgo y brillantez; su muerte fue un duro golpe para Pakistán, pero su estela quedó. Su viudo Asif Alí Zardari será el próximo candidato del PPP tras la renuncia de Pervez Musharraf, veremos si será capaz de tomar el testigo de su difunta esposa.
Ojalá pueda llevar a cabo el sueño que le costó la vida a Bhutto: la democracia puede ser posible.

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