miércoles, 26 de septiembre de 2007

Comercio, inclusión y paz

Miguel Martí
Periodista y consultor en comunicación
Tomado de La Nación

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los líderes europeos, escuchando el clamor de sus pueblos, hicieron la firme promesa de que no habría una tercera guerra en Europa.

Pero ¿cómo hacer para evitar que naciones y pueblos que eran enemigos desde hacía siglos aprendieran a vivir en paz y, además, promovieran la justicia?

La respuesta fue el comercio, aunado a la democracia y la mejora social.

Decidieron que, si sus economías se hacían interdependientes, paulatinamente irían desapareciendo las razones que los empujaban a la guerra y serían sustituidas por razones que los empujarían a la paz. Además, crearían mayor riqueza para promover el bienestar y la justicia.

Unión Europea. Fue así como nació la Comunidad del Carbón y del Acero, que evolucionaría y crecería hasta ser la actual Unión Europea. Ya pasaron más de 60 años. Europa ha evitado otra guerra generalizada.

Por ese camino transita ahora el mundo. Por aquí ha transitado, en parte, Costa Rica. Pero aún nos falta camino por recorrer, dentro y fuera del país.

La República Popular China y Estados Unidos se consideraban mutuamente adversarios, hasta que en la década de los 70 decidieron impulsar el comercio entre ambas naciones. Hoy día, aunque persisten diferencias, son más socios comerciales que enemigos y, sobre la base de intereses compartidos, pueden avanzar más y mejor para construir una relación pacífica.

Al día de hoy existen más de 1.000 tratados de libre comercio o de protección de inversiones firmados entre los más diversos países del mundo. Cuanto más comercio, más bienestar para todos, más intereses compartidos, más entendimiento mutuo y, por ende, más respeto y tolerancia por las diferencias. Cuanto más comercio, mejores oportunidades para la paz, el progreso, la justicia y la equidad.

Estrategia exitosa. Y si el comercio ayuda a la paz entre las naciones, con más razón debe hacerlo internamente en ellas. ¿Qué sentido tiene generar riqueza si con ella no se beneficia la mayoría? Ya lo dijo un visionario empresario suizo: no pueden existir empresas exitosas en sociedades fracasadas.

Nuestro gran reto consiste en dejar atrás la mentalidad excluyente que separa el mundo en disyuntivas. Necesitamos tanto del mercado como del Estado, del empresario como del sindicalista, de la iniciativa individual y de la regulación inteligente.

Necesitamos una estrategia económica exitosa. Ya la tenemos desde hace 25 años. El TLC la consolida y la fortalece. Necesitamos también una estrategia social exitosa. La tuvimos, pero se ha deteriorado. Entre todos tendremos que reconstruirla.

Mantengamos la estrategia económica, cuyos resultados demuestran que sí funciona, y arreglemos con urgencia lo que debe ser arreglado: los temas de justicia, equidad y promoción del bienestar para la mayoría.

¡Sí al TLC, en un país inclusivo y en paz!


EyP

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