viernes, 8 de junio de 2007

Intervención y grupos del “no”

Juan Carlos Tristán
Tomado de La Nación

Según el Derecho Internacional Público, la soberanía de los estados es la principal característica de la escena política mundial en los últimos siglos y componente principal de dichos estados. Por definición, soberanía denota la exclusión completa de los estados en los asuntos internos de otros. El intervencionismo por parte de Estados en los asuntos que vulneren la soberanía de otro se ha considerado siempre como un acto hostil e inaceptable según la comunidad internacional.
En 1992, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sugirió cuatro condiciones en las que el intervencionismo sería lícito: genocidio, amenaza de desastre ecológico importante, incumplimiento grave de los tratados de no proliferación nuclear y amenazas a la paz y seguridad.Contrario sensu, cualquier otra razón invocada para intervenir la política interna de un estado será claramente ilegítima. Aquella intervención no belicosa, pero sí “diplomática”, que procure interferir y menoscabar el orden constitucional y institucional de un estado con el fin de modificar su forma de gobierno, pasando por encima a la soberanía nacional de dicho Estado, y siempre que no se encuentre una de las situaciones de excepción ya mencionadas, es una intervención repudiada por la comunidad internacional.
Acuerdo de intromisión. Días atrás se celebró en Venezuela la reunión de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que contó con la presencia de los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales, y Daniel Ortega, junto con la sorpresiva representación de Costa Rica por parte del diputado José Merino del Río. En la misma se logró un resonado acuerdo de apoyar las campañas, movilizaciones y demás acciones para fortalecer el rechazo del TLC en Costa Rica. Se acordó entrometerse en el orden social, institucional, y político de nuestro país con el fin de fortalecer a los grupos del “no”.
A raíz de lo anterior, me permito realizar dos cuestionamientos. Primero: ¿Cuál será (en caso de que existiere) la legitimación del señor Merino del Río para arrogarse la representación del pueblo en su condición de diputado de la Asamblea Legislativa, para hacer solicitudes de intervención o intromisión a nuestro orden político en nombre del pueblo (recordando y resaltando el texto de los artículos 2,3 y 4 de nuestra Carta Magna)? Segundo: ¿No va esto en contra de la tan defendida “soberanía” por parte de las minorías contrarias al TLC, o será que se trata de un doble discurso?
Violación a la soberanía. Los detractores del TLC han manifestado que, por medio del TLC, perderemos la soberanía sobre nuestra nación, argumento ya rebatido en el sentido de que las políticas económicas que aborda dicho tratado fomentan el libre comercio y no atentan contra la soberanía. Viendo la soberanía como la autoridad que posee un grupo de personas (Gobierno en representación del pueblo, recordando que la soberanía reside únicamente en la nación, en nosotros los costarricenses) con derecho a tomar decisiones y a resolver conflictos en el seno de una organización política indudablemente interna. Me parece claro el concepto, y más clara aún la forma en que el acuerdo del ALBA representa un clarísimo caso de violación a la soberanía costarricense.
Entonces, pregunto a los grupos del “no” (como me permito llamarles por su negativa ante todo): ¿como alegan que el TLC va contra la soberanía si ustedes mismos suscriben y apoyan acuerdos paralelos con el ALBA para que se entrometan e intervengan en aspectos políticos y sociales de nuestro país? ¿No será ese el caso mas claro de violación a la soberanía de un país y, más triste aún, no será ese un llamado y una invitación a otros Gobiernos para que menoscaben nuestra soberanía?
El 1.° de mayo pasado, las banderas de la República Bolivariana de Venezuela (portadas por los grupos del “no”) se exhibían en nuestras calles por encima de las nuestras, los niños portaban broches con la leyenda “Venezuela es nuestro amigo, no al TLC”, y es entonces cuando, por último, vuelvo a preguntar: ¿Hasta dónde quieren llegar? ¿Hasta dónde nos quieren llevar con esos disfraces portadores de un marcado doble discurso y, por qué no, también cargados de una doble moral? Es hora de buscar explicaciones e ir atando cabos…

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