¿Hacia donde nos dirigimos?
Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR.
Panamá posee en sus manos una gran riqueza: su canal. El interés en su construcción se remonta hasta 1513, pero no fue hasta 1913 que empezó efectivamente por parte de los estadounidenses. Su principal función era el transporte de armas pero luego se le dio un mayor uso comercial. La necesidad de llevar rápidamente los productos que salían del océano pacífico al atlántico, y viceversa, era y es inminente. Las empresas ocupan que sus productos lleguen rápido y, especialmente, en un muy buen estado a su destino.
A principios de este año se anunció la ampliación del canal. Permitirá el recorrido entre los océanos de barcos de mayor ancho y calado los cuales tienen la capacidad de transportar más a un costo por unidad menor. Su construcción tendrá una duración estimada de siete a ocho años durante los cuales se demandarán grandes cantidades de mano de obra y maquinaria.
El canal de Panamá es una empresa que generó unas utilidades netas (contables) en el 2006 de, aproximadamente, $675 925 millones que son libres de todo tributo, salvo las cargas sociales. Los ingresos por peajes ascendieron a $1 026 427 millones y presenta una rentabilidad de más de un 20% (este no es el único ingreso con el que cuenta el canal). El costo de la construcción del tercer juego de exclusas tiene un costo aproximado de $5 250 millones.
La política de desarrollo de Panamá apunta a una ampliación del sector servicios, tal como logística: transporte y cuidado de los productos que surquen el canal. Las empresas exportadoras costarricenses son un ejemplo de las firmas que se han mostrado muy positivas ante este cambio, ya que los costos de transporte podrían disminuir: sus mercaderías serían trasladadas en conjunto con la de otros países en buques de mayor capacidad. Además se les saciaría una necesidad que han venido teniendo, un mejor sistema de enfriamiento de sus productos. Ahora Panamá le puede dar una dirección a su política, la puede dirigir por la carretera que contiene tantos cruces y darle el camino correcto a seguir.
A pesar de que la tasa de retorno de esta inversión se calcula en tan solo un 12%, el gran desarrollo que pueda traer al país es mucho mayor. La política de Panamá debe enfocarse más hacia el impulso de un valor agregado al producto que ingrese a la zona. Convertirse en no solo un puente sino también agregar las empresas que forman parte en la línea de producción del canal y crear una industria organizada y eficiente que pueda manejar el transporte mundial que navega a través de su país.
Entonces es cuando entro en duda y veo a mi patria, descarrilada, sin rumbo. Queriendo sobresalir pero sin saber en cuál sector. Tratando de darle una ayuda a los pobres sin darse cuenta de que más bien los estamos perjudicando. La expansión del canal no implica ninguna regalía monetaria ni transferencias de bienes o servicios a las familias más pobres y, sin embargo, es una excelente herramienta para buscar el desarrollo y combatir la pobreza. Por supuesto que conlleva a grandes esfuerzos.
Hemos intentado en educación, pero ¿es suficiente con tener altos grados de enseñanza? ¿No sería también necesario atraer inversión de alta tecnología para sacarle el mayor provecho a esta ventaja? La educación es como darle la pala a un trabajador, es una herramienta… ahora sí, ¡denle la tierra para que trabaje!
La pregunta esencial aquí es ¿cómo lo vamos a hacer?
Publicado en la Prensa Libre el día 2 de Junio del 2007
1 comentario:
Te felicito son muy buenos
En relacion a este articulo
o como dijo Jesús dale un pescado a un hombre y comera una vez, enseñale a pezcar y siempre comera
o algo asi, no lo recuerdo textualmente
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