jueves, 13 de diciembre de 2007

Pobreza, regalos y navidad. ¿Y la educación?


Claudio A. Mora García
Estudiante de Economía, UCR.

Hace poco un amigo me preguntó por qué no escribía algo sobre navidad. Ahora lo estoy haciendo.

Navidad parece ser una época en el que el corazón se antepone a la razón, y la necesidad por resultados a corto plazo se antepone a la constancia de felicidad por medidas de largo plazo. Pero, ¡por supuesto! Si es que la navidad solo dura un día, y el espíritu navideño solo lo podemos disfrutar a partir de diciembre, porque todos estamos muy ocupados desde antes. ¡Por ello es que queremos ver los resultados cuanto antes!

Navidad siempre es una época en el que los noticieros (como el que he visto hoy y ha sido, junto a una actividad de la ADECO, mi motivación para escribir esto) le ponen pico y cola a las carencias de los más necesitados, y así aumentar su audiencia: anunciando una familia pobre y promoviendo que se les den donativos como obsequios materiales, ¡que para nada constante nada sirven!

El darles regalos a las personas de escasos recursos es, obviamente, algo positivo. Pero ésta no es la mejor medida que podemos adoptar frente a la pobreza. El darles regalos materiales (como una muñeca, o una bola de “fut”, los usuales donativos) nunca les eliminará su peor padecimiento: ser pobres. Los obsequios de este tipo solo sirven para ser consumidos en el instante que se les dan, y la felicidad provocada no dura más que un día, el 25 de diciembre. Justo lo que todos nosotros ocupamos, pero sin pensar en los demás.

Se ha demostrado que las dádivas, en general, no son sinónimo de un mejoramiento constante en el bienestar. Sino que se deben adoptar medidas cuyos sus efectos sean más constantes en el tiempo. Aún así, la navidad parece ir en contra de todo lo propuesto como “positivo” hasta el momento, y parece desviarse hacia las prácticas improductivas. La navidad, una vez más, ha probado ser la evidencia empírica de que las decisiones sociales siempre nos desviarán del óptimo social, y nunca obtener los mejores resultados.

El mejor regalo de navidad para un pobre no es una muñeca, o una bola de fútbol. ¡No, esto no es! El mejor regalo para un pobre es ¡dejar de ser pobre! ¿No es muy obvio?, ¿por qué no nos damos cuenta? Pero aún así insistimos en obsequiar los objetos equivocados que nunca les sacarán de la pobreza y quitamos nuestras miradas del correcto: ¡la educación!

Educación.

Ese es, precisamente, el mejor regalo que todos estos niños, niñas, familias, padres y madres pueden recibir. El problema es que ¿quién tiene tiempo para eso, si los resultados los ocupamos a más tardar el 25? A nadie se le va a ocurrir regalar más de un día propio para obsequiar felicidad y ayudarles en el estudio, nadie va a sacar un tiempito para los pobres. ¡Qué problema con el montón de hipócritas que regalan objetos y luego se sienten muy bien consigo mismos, sin haber pensado en educación!

Costarricenses, ahórrense su dinero, e inviértanlo en educar a sus niños. Antes de comprarle una muñeca a la chiquita, regálenle un juego de lápices y un cuaderno para cuando entre a clases. Regálenle una beca para que termine el próximo grado, tal vez hasta ofrézcanle ayuda en el estudio. Exijámosle al gobierno no cosas materiales para los pobres, sino una única cosa: más educación para los pobres.

Ese es el mejor regalo para todos.

Feliz navidad.




EyP

1 comentario:

Jorge Luis dijo...

difiero totalmente en algunas cosas otras me parecen muy sensatas pero no sé por que me recordaste al Grinch...